Nadal está listo para soñar en el US Open
Tras reencontrarse con su mejor versión, el español llega a semifinales del Abierto de los Estados Unidos vapuleando al ruso Rublev (6-1, 6-2 y 6-2).
6 septiembre, 2017 22:05Noticias relacionadas
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¿Cómo llega Rafael Nadal a la pelea por el título del Abierto de los Estados Unidos? Listo para ganarla. El miércoles, el número uno de mundo destrozó 6-1, 6-2 y 6-2 a Andrey Rublev en los cuartos de final y se clasificó para la penúltima ronda del torneo, donde se encontrará con Juan Martín Del Potro, vencedor 7-5, 3-6, 7-6 y 6-4 de Roger Federer. Por encima del resultado, motivado por las debilidades de su contrario, las sensaciones de juego del campeón de 15 grandes avisaron de algo que ya no se puede esconder: antes de la semifinal, que para él será la número 26 en un grande (igualando la marca de Andre Agassi), su candidatura al trofeo es imparable. [Narración y estadísticas]
“Se ha quitado los nervios de encima”, celebra Carlos Moyà, entrenador del mallorquín. “Ha crecido mucho desde el primer día hasta hoy, sobre todo mentalmente. Venía con dudas y seguían ahí tras los tres primeros partidos, a pesar de haberlos ganado”, insiste el ex número uno de mundo. “Su confianza ha ido creciendo tras cada partido ganado. En los dos últimos encuentros ha sido bastante sólido, un poco en la línea de lo que venía siendo durante todo el año”, añade. “Necesita seguir en esta línea y confiando en él. Ahora tiene la tranquilidad de saber que está jugando bien”, cierra.
“Ha sido un partido bastante fácil”, le continúa Toni Nadal, tío y entrenador del tenista. “Rafael ha jugado bastante bien y su contrario se ha encontrado con un jugador que le superaba en muchos aspectos. Supongo que los nervios de unos primeros cuartos en Grand Slam le han impedido hacer el juego que había hecho anteriormente”, añade sobre Rublev, desesperado casi desde el principio. “En semifinales lo que necesitamos es sencillo: que el rival no juegue muy bien y hacerlo nosotros de la forma opuesta. La gente hace teorías, pero en el deporte todo es más sencillo: solo vale jugar bien”.
“Rublev es un jugador potente y con margen de mejora”, dice luego Nadal, elogiando al ruso. “Es joven, tiene que ganar un poco más de cuerpo y sobre todo coger más experiencia”, prosigue. “Torneos y partidos como este le van a ayudar seguro. Cada vez va a más. Será otro jugador que se una al grupo de tenistas que son jóvenes y muy buenos”, se despide el español.
Rublev, que cuando no levantaba dos palmos del suelo se compraba las camisetas sin mangas de Nadal, sale a jugar contra el mallorquín dispuesto a desmitificar a su contrario. Rublev, el crío que en 2014 le pidió una foto al balear en el restaurante de jugadores de Roland Garros, se lanza a por su ídolo sin cortarse un pelo. Rublev, el adolescente que con 16 años sorprendió a castañazos al número uno en un entrenamiento en Manacor, quiere asombrarle ahora en la pista más grande del planeta, donde ambos se disputan el pase a semifinales del último grande de la temporada.
Bajo el techo del estadio Arthur Ashe, cubierto un día más como consecuencia de la lluvia, los estacazos del ruso suenan como truenos. Le funcione o no, Rublev sabe que su única oportunidad de soñar con la victoria es ir a buscar cada punto sin especular. El número 53 aterriza en el partido con la intención de cumplir esa idea y pronto se da cuenta de que va a tener que pensar un plan alternativo, porque ni sus nervios ni Nadal le dejan hacer otra cosa que lamentarse pegándose manotazos en la pierna, frustrado y encorajinado.
El encuentro de Rublev es el de un tenista que está hecho un flan (18 ganadores por 43 errores no forzados), sobrepasado por las circunstancias. El del mallorquín es todo lo contrario, el de alguien que está a la altura de la ronda que juega. Este ya no es un Nadal al que la presión le hace tomar malas decisiones, encerrándose cinco metros tras la línea de fondo y pegándole a la derecha sin intención. Este ya no es el jugador que siente la carga del número uno, una posición que le costó asimilar después de tres años sin olerla de cerca y que ya parece tener más o menos aceptada. Este, en definitiva, ya no es el titán desposeído de su legendaria capacidad de intimidación.
La victoria de Nadal, que nunca está en peligro, confirma tres cosas capitales para aspirar a más en el torneo: a falta de ajustar un poco el paralelo, el balear ha recuperado la mejor versión de su drive en pista rápida, tiene la confianza arrolladora que solo dan varios triunfos seguidos y llega a la parte final del torneo con los colmillos manchados de sangre. Se avecina batalla en Nueva York.