Nadal, 10 días para aspirar a todo en Australia
El número uno, que se entrenó tres horas en su primer día en Melbourne, subirá la exigencia gradualmente para intentar llegar preparado a su estreno en el torneo.
5 enero, 2018 13:30Noticias relacionadas
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El jueves, 40 minutos antes de la medianoche, Rafael Nadal aterrizó en el Aeropuerto Internacional Tullamarine de Melbourne en un Boeing 777 de Emirates proveniente de Dubái, a donde llegó vía Barcelona. Tras casi 30 horas de viaje, el número uno mundial se montó en un vehículo con Iain Mofatt, su conductor de toda la vida durante cada Abierto de Australia, y se marchó a descansar lo que pudo al hotel Crown Towers, la fortaleza de muchos de los jugadores en el primer grande de la temporada. El viernes a primera hora, antes de las 10 de la mañana, el campeón de 16 grandes apareció por el torneo para recoger la acreditación y se marchó a entrenar a la Rod Laver Arena con Carlos Moyà y Stefan Storch, un sparring australiano que le facilitó la organización, repitiendo por la tarde con el ex número uno del mundo hasta completar una jornada de casi tres horas. Así, su primer día se cerró con un mensaje claro: no hay tiempo que perder, el número uno ha iniciado con fuerza la preparación que debería permitirle ser competitivo en la primera gran cita de 2018.
“Los dos entrenamientos han sido muy positivos después de llegar tarde anoche”, explicó a este periódico Moyà, el entrenador que acompañará al balear en el torneo después que Toni Nadal, tío y técnico del tenista durante toda su carrera, diera un paso al lado a finales de 2017 para centrarse en la academia de Manacor. “Queremos hacer una pequeña adaptación al clima y también a la pista. A partir de mañana, empezará a jugar sets de entrenamiento para probarse y lo seguirá haciendo en los próximos días”, prosiguió el mallorquín. “Rafa está bien, con confianza y jugando a buen nivel. Y nosotros somos optimistas. Creemos que va a llegar bien para jugar el torneo, si nada se tuerce o cambia”.
A diferencia de otras temporadas, Nadal llegó desde el principio a Melbourne con la mayor parte de su equipo porque por primera vez en su carrera se decidió a comenzar la temporada directamente en el Abierto de Australia, sin jugar ningún torneo previo. Con el jugador viajaron Moyà, Rafael Maymò (su fisioterapeuta), Carlos Costa (agente) y Sebastià Nadal (padre), a falta de que Benito Pérez-Barbadillo (jefe de prensa) se unan al grupo a mitad de la próxima semana para estar junto al número uno en el Grand Slam que abre el calendario, y que el balear encara con algunas incógnitas tras renunciar a la exhibición que debería haber disputado en Abu Dhabi y luego a Brisbane, el torneo previsto para iniciar oficialmente su año.
Después de retirarse tras jugar el primer partido en la Copa de Maestros de Londres, que perdió contra el belga Goffin, Nadal se puso en manos del doctor Ángel Ruiz Cotorro, su médico, para iniciar un tratamiento que le ayudase a recuperarse de la carga por estrés que arrastró desde la gira asiática en el tendón rotuliano de la rodilla derecha, y que ya le obligó a bajarse del torneo de Basilea y a abandonar en los cuartos de final de París-Bercy. En noviembre, finalizado el curso 2017, el balear desconectó de todo, se fue de vacaciones y disfrutó viendo regresar a la competición al golfista Tiger Woods en el torneo Hero World Challenge, celebrado en Bahamas.
El día 5 de diciembre, el español volvió a trabajar en la pista con la intención de llegar a sus primeros compromisos de la temporada, algo que luego sus médicos le desaconsejaron por prevención. Como no sentía listo para exigirse, como todavía seguía con molestias en la rodilla, Nadal canceló la semana de entrenamientos que tenía planificada con Joao Sousa en Mallorca, siguió practicando en solitario y anunció que arrancaría 2018 en el Abierto de Australia, sin competir previamente en ninguna cita.
En consecuencia, y tras asentarse en Melbourne, el balear ha comenzado una cuenta atrás de 10 días antes de que arranque el torneo (el próximo 15 de enero) para testarse a fondo, prepararse e intentar llegar listo al desafío que tiene por delante. A los 31 años, y convertido desde del pasado mes de junio en el segundo jugador con más grandes de siempre (16, a tres de los 19 que posee Roger Federer), Nadal juega por la historia.