Rafael Nadal ya tiene 900 victorias en su carrera. En su clasificación para los cuartos de final de Roland Garros, el español venció 6-3, 6-2 y 7-6 a Maximilian Marterer y llegó a esa excepcional cifra, que solo han alcanzado otros cuatro jugadores en la historia (Jimmy Connors, Roger Federer, Ivan Lendl y Guillermo Vilas). El número uno, que jugará por el pase a semifinales ante Diego Schwartzman (1-6, 2-6, 7-5, 7-6 y 6-2 a Kevin Anderson), sigue al asalto de su undécima Copa de los Mosqueteros sin sobresaltos, aunque todavía tenga margen de mejora. Por ahora, nadie tose a Nadal. [Narración y estadísticas]
“Por momentos he jugado bien, pero una de las cosas que tengo que mejorar es mantener la intensidad, estar agresivo todo el partido”, aseguró el español. “Desde el 0-2 hasta el 6-3 y 6-2 lo he hecho muy bien, dominando muchos puntos, pero en el tercero me he vuelto a quedar un poco atrás”, reconoció. “¿Qué pasa? Que luego los partidos se igualan y se ponen complicados”.
“Cuando Rafa ha jugado a su nivel ha podido controlar el partido, pero el bajón mental que ha sufrido en el tercero le ha costado irse al desempate”, le siguió Carlos Moyà, uno de sus entrenadores. “Desde el 0-2 hasta el 6-3 y 6-2 la verdad es que ha jugado muy bien. Ha sido agresivo, ha subido a la red… muy completo. Eso ha sido lo mejor de su partido de octavos de final”, celebró el mallorquín. “Lo importante es que lo ha solventado, ha ganado en tres sets y ahora le toca seguir mejorando”.
Marterer, que hace cinco años (2013) fue pareja de entrenamientos de Nadal cuando jugaba el torneo júnior, protagonizó una imponente puesta en escena en la Philippe Chatrier. De estacazo en estacazo, aprovechando su envergadura (1,91m) para pegar duro y profundo, el alemán se colocó 2-0 en ocho minutos y sorprendió con un break (doble falta de Nadal para concederlo) a su contrario, que quizás no se esperaba esa salida tan contundente del número 70 al encuentro más importante de su vida.
El empuje de Marterer, sin embargo, se terminó pronto. Ocho minutos necesitó el balear para entender el juego de su contrario, ocho minutos en los que analizó al alemán e ideó la manera de corregir su arranque, ocho minutos que valieron un triunfo: de ese 0-2 inicial, del dominio del alemán, Nadal pasó a ganar 12 de los de 15 juegos siguientes (de 0-2 a 6-3 y 6-2) y sentenció el cruce, aunque una perdida de intensidad casi le cuesta el tercer parcial.
Durante los dos primeros sets, y tras perder su saque, el número uno se decidió a tirar con su derecha para evitar que Marterer jugase a placer. Cuando dejó de hacerlo, cuando perdió la intensidad, el alemán recuperó el control de los peloteos con sus dos mejores tiros (derecha paralela y revés cruzado) y Nadal tuvo que amarrar su pase a los cuartos remando. Primero, el balear perdió su saque (3-1 de Marterer) cuando tenía todo hecho. Después, lo recuperó rápidamente (3-3), en parte ayudado por su contrario, con mucho vértigo al verse por delante en el marcador. Finalmente, y obligado a llegar hasta el tie-break, Nadal salvó la victoria en tres parciales.
Así, Nadal llega al tramo final de Roland Garros sin haber cedido un set (encadena 37 consecutivos en el torneo, desde los cuartos de 2016 que perdió ante Novak Djokovic) y con una certeza que le da tranquilidad: si antes parecía invencible, ahora parece casi imposible que este tenista no luche por la copa el próximo domingo, por mucho que su forma de encarar la conquista del título sea muy diferente.
“No hablemos de tres partidos”, dijo Nadal cuando le preguntaron por el trofeo, del que le separan esas tres victorias. “Hablemos del siguiente porque lo demás no existe ahora mismo”.