Garbiñe Muguruza no jugará la final de Roland Garros, no podrá optar a su segundo título en París y tampoco recuperará el número uno del mundo, al menos de momento. Simona Halep acabó el jueves con todas las ilusiones de la española, que cayó eliminada del torneo (1-6 y 4-6) y se despidió del templo de la tierra con la hiriente sensación de estar lista para asaltar el trofeo el próximo domingo. Sin embargo, será la rumana la que intenté levantar su primer grande ante la ganadora de la otra semifinal, que disputarán Madison Keys y Sloan Stephens. [Narración y estadísticas]
“Es un día duro porque estaba cerca de hacer una final de Grand Slam”, reconoció con los ojos vidriosos la española tras la derrota. “Ella ha jugado muy bien desde la primera bola y yo no he sabido igualar ese nivel, quizás le he dado muchos puntos gratis con demasiados errores”, prosiguió. “Mi juego no ha sido tan efectivo como en los otros días. Posiblemente, ha sido el partido que peor he jugado este año en París”, aseguró la tenista. “Halep es la favorita para ganar aquí”.
Mike Tyson, el exboxeador estadounidense conocido como uno de los luchadores más feroces de la historia sobre el cuadrilátero, asistió desde la grada a un combate tremendo, que vio a Halep acorralar a Muguruza con contraataques fabulosos, creando ataques desde la defensa, a la española levantarse cuando estaba en la lona, totalmente noqueada, y a la rumana rematarla sin miramientos para alcanzar su tercera final de Roland Garros, la segunda consecutiva tras caer el año pasado con Jelena Ostapenko.
El rocoso juego de Halep desquició a Muguruza, que se vio obligada a desmenuzar los intercambios y encadenó un rosario de errores en la primera media hora del partido (12) buscando el límite, ajustando por encima de lo habitual, la única manera de desbordar a su rival. Que la número uno mandase por un contundente 5-0, que ganase luego la primera manga cediendo un solo juego, fue una sorpresa, pero reflejó perfectamente lo que ocurrió sobre la tierra de la Philippe Chatrier.
Desde el comienzo, Muguruza se encontró incómoda en el cuerpo a cuerpo con la rumana, que cubrió la pista con su espectacular juego de pies, una habilidad que le permitió llegar siempre a la pelota en buena posición. Defendiéndose de los ataques de la española sin esfuerzo, como si estuviese espantando moscas con la mirada, Halep anuló los golpetazos de la número tres, tiró cuando vio huecos y su imponente físico le permitió no desmoronarse en mitad de la batalla, por momentos muy exigente, sobre todo en el corazón del segundo parcial.
Para recomponerse, Muguruza decidió olvidarse del cuchillo, minimizando el número de errores no forzados y eligiendo la paciencia para trabajar más los intercambios. El resultado tardó poquísimo en llegar: Garbiñe logró un break en el comienzo del segundo set, abrió brecha (4-2) y se agarró al partido un poquito hasta que la rumana se lo devolvió (4-4) y ambas jugaron un juego eterno (más de 12 minutos) en el que la española tuvo tres opciones de rotura que desaprovechó mientras en su cara aparecían las mismas señales que al principio del encuentro: impotencia, agobio, frustración y… derrota.
El sábado, Muguruza estará de vuelta en casa pensando en la gira de hierba y Halep intentará romper una racha que lleva demasiado tiempo con vida: después de perder sus tres primeras finales grandes (Roland Garros 2014 y 2017 y Abierto de Australia 2018), la rumana merece ganar de una vez por todas un torneo del Grand Slam.