El miércoles por la mañana, mientras Rafael Nadal entrenaba en la pista 14 de Wimbledon para seguir con su adaptación a la hierba, que inició hace más de una semana en el Mallorca Open tras renunciar a jugar en Queen’s, la organización del torneo revelaba lo que se sabía desde hace días: el español, que este lunes recuperó el número uno del mundo, partirá en el sorteo del cuadro del viernes como segundo cabeza de serie mientras que Roger Federer lo hará como primero, pese a ser el dos en la clasificación. ¿Por qué ese cambio?
A diferencia de los otros torneos del circuito, que se rigen exclusivamente por el ranking para establecer el orden de los cabezas de serie, Wimbledon tiene una fórmula propia que emplea a la hora de determinar las posiciones de los favoritos, y que se estrenó en el año 2001 después de que Juan Carlos Ferrero, Álex Corretja y Albert Costa amenazaran en el 2000 con un boicot al torneo si los organizadores continuaban sin respetar la clasificación, algo que tuvo efecto porque ninguno de los tres jugó esa temporada (el valenciano por rotura fibrilar de cinco milímetros en el glúteo izquierdo, los otros dos como forma de protesta), consiguiendo que los dirigentes se sentaran a la mesa para negociar una reforma histórica.
Hasta entonces, Wimbledon realizaba el reparto de los cabezas de series a dedo, con la intención de “reflejar mejor las posibilidades de los jugadores especialistas en hierba”, perjudicando así a una buena parte de los participantes. En consecuencia, muchos de los tenistas que se habían ganado el puesto con resultados durante todo el año veían cómo los organizadores del tercer grande del curso no los respetaban, exponiéndoles así a cruces más duros de los que habrían tenido si hubiesen jugado con su ranking oficial.
A raíz del boicot, sumado a las reiteradas quejas de tantos otros, Wimbledon estableció el sistema actual, que básicamente combina la clasificación actual con los resultados recientes sobre hierba. La fórmula es la siguiente: primero, se cuentan los puntos totales obtenidos en la semana previa a Wimbledon; segundo, a esa cifra se le añaden el 100% de los puntos ganados en torneos sobre hierba de los últimos 12 meses; y tercero, a esa suma se le agrega el 75% de los puntos conseguidos en el mejor torneo de césped del último año.
Por eso, Federer, campeón en Halle y Wimbledon 2017, y en Stuttgart 2018, está por delante de Nadal, que en el último año solo ha jugado Wimbledon, cayendo en los octavos ante el luxemburgués Muller. El cambio de posiciones, sin embargo, no le afecta en nada al español. Como primer cabeza de serie le habría pasado lo mismo que como segundo: solo podrá medirse con el suizo en una hipotética final.
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