“El chico este juega bien, pero tiene un padre que es tremendo”.
¿Hay padres que cortan las carreras de sus hijos? La frase que encabeza esta columna se escucha mucho en torneos infantiles, donde pequeños tenistas están intentando arrancar, pero tiene una lectura mucho más profunda.
La figura de los padres es fundamental. Hoy en día, los niños se hacen profesionales del tenis desde muy pequeños y sus familias cobran un papel clave en el día a día, cuando tienen que ir a entrenar o necesitan desplazarse para acudir a los torneos.
Esto supone una dedicación brutal y los padres tienen que estar ahí porque los hijos necesitan sentir ese apoyo.
El tema económico merece un análisis al margen.
Hay padres que lo dan todo para que sus hijos puedan ser tenistas, y algunas veces les toman el pelo. Para jugar a tenis, o tienes un apoyo muy grande a nivel federativo y de patrocinadores, o prepárate para gastar dinero.
Hay padres que incluso venden cosas suyas de valor para que sus hijos puedan seguir jugando.
Por eso tienen todo el derecho a involucrarse, porque hacen sacrificios descomunales y un esfuerzo enorme dejando de lado todo por sus hijos. Y esos hijos muchas veces son unos desagradecidos porque no saben valorarlo.
Es verdad que hay padres que se pasan de rosca, pero si analizas a los jóvenes que juegan bien, normalmente tienen padres incisivos, que están muy encima. Son padres muy involucrados, un poco duros. Los niños están compitiendo, tienen que ser fuertes de cabeza y no les viene del todo mal sentir esa sensación.
Ahora bien, de ahí a esperar que tu hijo te solucione la vida…
Si el niño se da cuenta de eso asumirá una presión extra. Ya es una presión fuerte el hecho de intentar estar entre los mejores del mundo, de entrenar día a día y de luchar porque te vayan bien las cosas, como para tener detrás tuya a una familia entera esperando que le saques las castañas del fuego.
Un padre inteligente se irá desvinculando a nivel tenístico poco a poco. Para eso está la gente profesional del mundo del tenis, para ayudar. Llega un momento dado en el que la figura del padre debe ir diluyéndose, salvo que haya sido tenista. El padre tiene que seguir apoyando a su hijo, pero para crecer como tenista dentro de una pista de tenis hace falta otro tipo de ayuda.
Y es ahí donde el entrenador se lo tiene que ganar.
Hablo de mi caso. Por ejemplo, hay padres que se meten conmigo en la pista durante los entrenamientos, y yo lo acepto. Hay que tenerle un respeto al padre por todo lo que ha hecho, eso que vaya por delante. Si veo cosas que hace mal se lo digo directamente. Y luego intento ganármelo. Cuanto más hables de tenis con él, más se le van a notar las carencias. Es una forma amable de hacerle ver que va un poco perdido, como lo estaría yo si me dedicase a algo que no es lo mío.
En resumen, hay casos donde los padres se han pasado y no han querido nunca dejar a los entrenadores trabajar, pero en una gran mayoría los padres ayudan, y ayudan bastante.
Y que siga siendo así.
*** Francis Roig fue tenista profesional y es entrenador de Rafael Nadal desde 2005.