De la crisis ya no quedan ni las migas. El domingo, Novak Djokovic derrotó 6-3, 7-6 y 6-3 a Juan Martín del Potro para hacerse con el título en el Abierto de los Estados Unidos, empatando en número de grandes con Pete Sampras (14) y quedándose a tres de la segunda posición de Rafael Nadal (17) y a cinco de la primera de Roger Federer (20). El serbio, que se pasó dos años acumulando dudas y derrotas (de junio de 2016 al mismo mes de este año), ha vuelto para pelear por la historia, y ya nadie lo duda: a los 31 años, y tras ganar su segundo Grand Slam consecutivo (Wimbledon hace unos meses), Nole está en la pelea por ser el mejor de todos los tiempos. [Narración y estadísticas]
“¡Olé! ¡Olé! ¡Olé! ¡Delpo! ¡Delpo!”, cantó la Banda del Salamín, el grupo de 14 amigos del argentino que lleva todo el torneo a su lado. Al principio, esos gritos fueron un murmullo para los oídos de Djokovic. En menos de una hora, el serbio mandaba 6-3, 3-2 y saque, con la final totalmente controlada. Ocurrió que cuando del Potro reaccionó, aprovechando su primera ocasión de peligro en toda la tarde (break para 3-3 en el segundo parcial), el serbio perdió los nervios.
Superado por la situación, por primera vez en todo el cruce expuesto ante el verdadero del Potro, Djokovic se quejó del apoyo de los argentinos y se enfrentó a un juego eterno que terminó decidiendo la final. Con 4-3 para del Potro, los dos oponentes se atizaron durante más de 20 minutos en los que el argentino dispuso de tres pelotas de rotura para 5-3 que no convirtió, salvadas al límite por su contrario. Que Djokovic sobreviviese a ese durísimo turno de saque le terminó llevando a al trofeo
Ni siquiera otro arrebato competitivo del número tres frenó lo inevitable: Djokovic, que en la tercer manga ganaba 3-1 y llegó a estar 4-4, resistió todo lo que le planteó del Potro para levantar un título que le vuelve a colocar en el mapa. Nadal y Federer tienen motivos para temblar.