El partido duró más de tres horas y ocurrió de todo: tras perder la primera manga de su encuentro ante Rafael Nadal en los octavos de Acapulco, Nick Kyrgios llamó al médico para decirle que no se encontraba bien y dejó entrever una retirada que nunca llegó, aunque se movió durante un buen rato como si estuviese con pie y medio en la enfermería, luego se enfrentó al público y recibió un warning por mandar callar a la grada, llegó a sacar de cuchara sin ningún motivo y terminó remontando 3-6, 7-6 y 7-6 al campeón de 17 grandes, que dejó escapar tres puntos de partido en el tie-break de la tercera manga (ganaba 6-3), que cometió una doble falta crucial con 6-6 en ese desempate y que se marchó pensando en el impresionante saque de su rival, en las oportunidades perdidas y en un show del que nunca salió con vida. Con 21 aces, Kyrgios salvó nueve de las 10 bolas de break que se procuró el español a lo largo de la noche, jugó salvajemente y cerró su pase a cuartos, donde este jueves le espera Stan Wawrinka (7-6 y 6-4 al estadounidense Johnson) por una plaza en semifinales.
“Han sucedido muchas cosas, ha sido un partido extraño”, reflexionó Nadal tras la derrota. “Por momentos, parecía que él estaba muy lesionado y que luego se encontraba en perfecto estado, pero a mí no me saca nada de quicio”, añadió el español. “Llevo tropecientos años en el circuito y no me despista que un chico se dedique a hacer cosas extrañas dentro de la pista. Otra cosa es que crea que tiene que mejorar en este sentido”, siguió el número dos. “Hoy le ha salido bien y ha ganado, pero cuando uno se dedica a hacer todo este show… Tiene un talento descomunal para ganar torneos del Grand Slam y para luchar por las primeras posiciones del ranking, pero por algo está donde está”, insistió. “No es un mal chico, es buen chico, pero le falta un poco de respeto hacia el rival, hacia el público y hacia sí mismo también”.
“Soy diferente y Rafa es diferente”, se defendió Kyrgios cuando le preguntaron por las palabras de Nadal. “Se puede centrar en lo que necesite hacer. No sabe por lo que he pasado en cuanto a lesiones en los últimos tiempos y tampoco sabe nada de mí, así que no voy a escuchar lo que dijo”, prosiguió el australiano. “Yo podría comentar lo lento que es entre saques, pero no voy a hacerlo. Yo tengo mi juego y él tiene el suyo”.
Tras la victoria, Kyrgios se llevó las manos a los oídos para desafiar a la grada, que había vivido el partido del australiano entre tremendos abucheos. Fue su manera de culminar una función a la que no le faltó de nada: una amenaza de retirada en el primer parcial (“estoy muy enfermo”, le dijo al médico), varios minutos deambulando por la pista con la cabeza hundida, una reacción inesperada con decisiones extrañas (sacar por debajo de la cintura, con 3-2 en el tercer set) y un triunfo tremendo, el tercero que consigue contra el español (3-3 en el cara a cara). Para Nadal, por delante en el marcador desde el arranque, acabó siendo demasiado.
Pese a todo lo que se encontró, el mallorquín intentó no perderle la cara al cruce. Con la gente de su lado, el número dos buscó la victoria jugando un tenis con intención, agresivo y certero. Le faltó, sin embargo, convertir todas las ocasiones que se fue fabricando, anuladas por el imponente servicio de su contrario.
“Soy muy crítico conmigo mismo y debí haber jugado mejor en algunos momentos”, reconoció Nadal. “De 10 partidos como este, mínimo tengo que ganar ocho tal y como ha ido el encuentro”, continuó. “He jugado para ganar, he estado en ventaja en el marcador en todo momento. Sus oportunidades, comparadas con las mías, han sido mínimas, pero jugando contra un rival que saca de esta manera te arriesgas a que el resultado final no sea el esperado si no aprovechas las oportunidades que tienes”, lamentó. “Era un torneo importante para mí. Me apetecía competir, he tenido el partido ganado infinitas veces, pero no se pudo. Me voy triste”.