En Montecarlo, la historia de siempre. Rafael Nadal tuvo perdido siete veces el primer set de su partido de cuartos de final ante Guido Pella, pero terminó remontando ese parcial y ganando el encuentro (7-6 y 6-3) para alcanzar las semifinales del torneo, donde este sábado se medirá al ganador del duelo entre Fabio Fognini y Borna Coric. El campeón de 17 grandes, protagonista de una nueva exhibición de resiliencia, encara la recta final hacia su duodécimo título en el Principado triplicando su favoritismo. Si antes de debutar era el candidato indiscutible, la victoria de Daniil Medvedev ante Novak Djokovic (6-3, 4-6 y 6-2) le despejó todavía más el camino hacia la historia.
En la mejor temporada de su vida, marcada ya por el primer título de su carrera (Sao Paulo), Pella salió a jugar ante Nadal sin complejos. Respaldado por sus victorias ante Marin Cilic y Marco Cecchinato, el argentino arrancó rompiéndole el saque al español en el primer juego del encuentro (1-0), perdió el suyo a continuación (1-1) y volvió a conseguir un break (2-1) que provocó una descomposición en la cara del número dos del mundo.
Con 3-1 para Pella, dominador en la primera media hora del cruce, Nadal confirmó que estaba en problemas cediendo por tercera vez su saque, sin poder meter un primer servicio y con un puñado de errores extrañísimos, como la acelerada dejada que decidió utilizar en uno de los puntos de ese juego, quizás porque no encontraba la manera de ganarle los puntos a su oponente desde la línea de fondo. Los contrarios jugaron un partido clásico de tierra, con intercambios largos, peleados y duros.
Desde atrás, Nadal sufrió para desbordar a Pella, zurdo como él. Peloteo tras peloteo, el argentino aprovechó esa condición para apretarle al balear con su drive por el costado de su revés, cuando habitualmente todos los contrarios se chocan contra la derecha del mallorquí, uno de los golpes más temibles del circuito.
Con las cosas muy feas para Nadal, Pella llegó a tener dos pelotas para colocarse 5-1, lo que habría sido una ventaja difícilmente recuperable. Entonces, en un juego larguísimo, el español se animó por primera vez en toda la tarde. Pasaron casi 40 minutos hasta que Nadal se gritó “¡vamos!”, empezando a cambiar el lenguaje corpororal que estaba mostrando.
A la reacción de Pella (6-5 y saque) le siguió una respuesta asombrosa de Nadal. Otra vez con el agua al cuello, el balear recuperó el servicio, se plantó en el desempate de esa primera manga y lo ganó con una contundencia increíble, cediendo solo un punto. El impulso moral de hacerse con ese primer parcial le llevó al triunfo, coronado en otra segunda manga apretadísima.
Así es Nadal, un tenista con siete vidas.