Las palabras de Fabio Fognini el día antes de medirse contra Rafael Nadal fueron un aviso que pocos se tomaron en serio. El sábado, sin embargo, el italiano levantó los brazos sonriendo tras derrotar 6-4 y 6-2 al español y cerrar su clasificación para la final del Masters 1000 de Montecarlo, la primera de la categoría que disputará en su carrera. Antes de pelear por el título contra Dusan Lajovic (7-5 y 6-1 a Daniil Medvedev), Fognini se regaló un lujo: el de sonrojar al rey de la tierra en uno de sus templos de primavera, lugar de conquista de 11 títulos. [Narración y estadísticas]
“Vengo de momentos muy malos en términos de lesiones”, dijo Nadal, con la derrota todavía caliente. “No ha sido fácil aceptar todas las cosas que han pasado en los últimos tiempos. Posiblemente, he jugado uno de mis peores partidos en tierra batida en 14 años. Tienes que perder cuando eso ocurre, y hoy lo merezco porque me he enfrentado a un rival que ha sido mejor que yo”.
El viento debería haber conjugado mal con el talento de Fognini. El italiano, un jugador de sensaciones, se encontró atrapado entre los torbellinos que sacudieron el Principado el sábado a mediodía, pero salió adelante peleando como en sus grandes días. A Fognini, con frecuencia acusado de indolente, le motivó tanto el cruce con el número dos del mundo que los soplidos del aire no fueron un problema para lanzarse a por la sangre del campeón de 17 grandes, que había olido de cerca después de ver cómo el mallorquín pasaba un malísimo rato contra Guido Pella en cuartos.
Así, Fognini desmontó a Nadal con su clásica aceleración de pelota. Como siempre, el italiano hizo mucho daño sin esfuerzo, disparando directo, muy recto, al tomar bola en trayectoria ascendente, atreviéndose con frecuencia a apostar por el arriesgado botepronto. Esa anticipación del italiano, ganándole metros a la pista hacia delante, empujó con comodidad a Nadal hacia la derrota.
Si Fognini fabricó golpes ganadores de todos las maneras posibles, Nadal no propuso mucho. Durante la primera manga, el español no atacó ni cuando tuvo huecos para hacerlo, basando su propuesta en defenderse. Sorprendentemente, y tras perder el primer parcial dejando rota por el camino una racha de 22 sets ganados consecutivamente en Montecarlo, Nadal se hundió de golpe.
Ni rastro de remontada. Ni rastro de garra. Ni rastro de Nadal, único responsable de uno de sus peores partidos en tierra en los últimos tiempos. Solo cuando Fognini se colocó 5-0 y 40-0 al saque, bien cerca de conseguir propinarle un 6-0 al español sobre tierra batida (el último en conseguirlo fue Roger Federer en la final de Hamburgo 2007), el número dos del mundo apretó los dientes en un arreón que le sirvió para arañar dos juegos y evitar una derrota todavía más dolorosa que la que finalmente le acompañó camino del vestuario.