En la despedida de David Ferrer del Conde de Godó, la pequeña mejoría de Rafael Nadal. En los octavos de final de Barcelona, el mallorquín venció 6-3 y 6-3 al alicantino levantando un poquito su nivel, sobre todo tras regresar a la pista con 5-3 en el marcador para echarle el lazo a la primera manga después de media hora de interrupción por lluvia. Así, el campeón de 17 grandes avanzó a cuartos y Ferrer dijo adiós casi definitivo: el ex número tres del mundo se retirará oficialmente en unos días, cuando dispute el Mutua Madrid Open en la Caja Mágica. [Narración y estadísticos]
Nadal y Ferrer consumieron 10 minutos en el primer juego del partido. En ese arranque, el alicantino se procuró dos bolas de rotura, que el número dos del mundo salvó como pudo. A partir de ahí, y pese a que jugaron bajo una lluvia incesante, los dos rivales se lanzaron a una pelea encarnizada de tierra, buscándose las cosquillas en largos peloteos. Un break le sirvió a Nadal para llevarse el primer parcial, que cerró después de un buen parón por lluvia.
En la reanudación, el mallorquín consiguió ese set inaugural y abrió el segundo arrebatándole el saque a Ferrer, que se resistió a entregar el encuentro hasta el final, recuperando la ventaja que su contrario había abierto (2-2).
Nadal, sin embargo, quebró otra vez el saque de Ferrer y se plantó en los octavos con muchas cosas todavía por arreglar: su derecha es un golpe sin filo, los errores siguen acumulándose cada vez que el rival le enseña los dientes y el lenguaje corporal está lejos de ser positivo.
Todavía, claro, hay tiempo.