Horas después de debutar en el torneo de Roma con una actuación asombrosa, cediendo un solo juego, Rafael Nadal regresó a la pista para buscar su pase a los cuartos de final y lo consiguió con otra actuación sobresaliente, de las que nutren de confianza. El 6-1 y 6-0 con el que el español despidió a Nikoloz Basilashvili, que el año pasado solo pudo arrebatarle un juego en Roland Garros, cayendo derrotado con la mayor paliza del número dos en un Grand Slam, le permitió darse un festín antes de enfrentarse en cuartos a Fernando Verdasco, vencedor de Dominic Thiem (4-6, 6-4 y 7-5) y Karen Khachanov (7-5, 3-6 y 6-3) en el mismo día. Así, Nadal se marchó al hotel tras perder un par de juegos en los dos partidos que jugó en Roma. [Narración y estadísticas]
“Creo que estoy mejorando con el paso de las semanas”, celebró el campeón de 17 grandes. “No me gusta comparar con lo que hice semanas atrás, pero hay que acostumbrarnos a que no todos los días van a ser como hoy. Sin duda ha sido una temporada de tierra batida un tanto extraña para mí, pero creo que estoy yendo por el camino correcto. Mañana tocará dar lo mejor de mí para derrotar a un grandísimo jugador que hoy ha conseguido ganar a tenistas de gran nivel en tierra”.
“A pesar de ser el mismo resultado, han sido dos partidos diferentes en cuanto a sensaciones”, resumió Francis Roig, el entrenador que acompaña a Nadal en el Foro Itálico. “La primera ronda le ha costado un poco más después de venir de jugar en altura. No ha entrado tanto con su derecha, y por la tarde se ha encontrado muy cómodo con ese golpe, disfrutando en la pista”, aseguró el técnico catalán. “Está contento, preparado para ir mejorando poco a poco antes del partido de mañana con Verdasco”.
Basilashvili se borró de la primera manga sin que Nadal le obligase a nada. El georgiano, de error en error, se condenó ante la solidez del español, que le forzó a ganarle el punto una y otra vez, devolviendo a la vida bola que estaban más que muertas. Con una pila de fallos impropios para un duelo del máximo nivel, Basilashvili tuvo las mismas opciones que un mosquito en la pelea con un tigre: ninguna.
Ante ese escenario, Nadal se gustó en cada uno de sus tiros. Jugando con comodidad, sin que su contrario le pusiese en posiciones difíciles o le sacase de su zona de confort, el mallorquín hizo y deshizo a placer para venir a confirmar algo que ya dejó entrever en Madrid, pese a perder con Stefanos Tsitipas en las semifinales.
Es evidente que Nadal está mucho más cerca de volver a ser el jugador que lleva tiempo buscando. El jueves, para empezar, ganó dos partidos en 12 horas cediendo un par de juegos. Impresionante.