Se acabó lo inusual, volvió la normalidad. Por primera vez desde que arrancó la gira europea de tierra batida el pasado mes de abril, y tras intentarlo tres veces sin éxito (Montecarlo, Barcelona y Madrid), Rafael Nadal jugará una final sobre su superficie predilecta. Será este domingo en Roma, donde ha levantado ocho veces el título. El triunfo del número dos sobre Stefanos Tsitsipas (6-3 y 6-4) clasificó al campeón de 17 grandes para pelear por el trofeo contra Novak Djokovic (6-3, 6-7 y 6-3 a Diego Schwartzman) y reafirmó algo que se podía imaginar: es complicado que el mismo tenista puede ganarle a Nadal dos veces seguidas en tan poco tiempo. [Narración y estadísticas]
“Estoy feliz de estar en la final”, reconoció Nadal después de llegar al partido decisivo. “No fue un drama perder en tres semifinales consecutivas. Es parte del juego. Estar en la final no es algo increíblemente bueno, es solo un proceso por el que tengo que pasar”, recordó el campeón de 17 grandes. “Lo principal es que estoy jugando mejor. Si juego mejor, sé que tendré la oportunidad de estar en la final y de ganar los partidos de semifinales. Si no juegas bien, ganar contra los mejores jugadores del mundo es mucho más difícil”, añadió. “Lo principal es recuperar mi nivel, y tengo margen para seguir mejorando. Estoy haciendo los pasos correctos para lograrlo”.
Hace una semana, Nadal se marchó de la Caja Mágica con la sensación de que el partido se le había escapado por su culpa, por no haber alcanzado el nivel que el rival le exigía. Recriminándose la derrota mientras se subía al coche para regresar a su hotel, el español se prometió una reacción en caso de volver a encontrarse con Tsitsipas en el futuro sin imaginarse que el destino les cruzaría de nuevo siete días en el Foro Itálico, en la misma ronda que chocaron en Madrid.
Por eso, cuando le preguntaron en la previa del partido, Nadal resumió la situación con el ojo privilegiado que le ha acompañado durante toda su carrera. “Lo que pasó [en Madrid], lo sé. La solución, la sé. Pero la ejecución no es fácil”, analizó el tenista. “La teoría siempre es fácil, pero la ejecución es mucho más difícil. El tenis es un deporte simple. Después de muchos años aquí, sé lo que sucedió la semana pasada, e intentaré hacerlo mejor cuando juguemos de nuevo”.
Nadal comenzó la semifinal mandando 3-0 en 20 minutos. En ese tiempo, el español le puso su firma a tres golpes colosales, tres derechas en carrera desde posiciones imposibles, que por la noche coparán los resúmenes deportivos para ilustrar una victoria construida con buenos tiros, pero cimentada sobre un juego sólido (pocos errores), decidido (con intención de anticiparse a la bola, en lugar de esperarla) y dinámico (moviendo a Tsistipas de un lado a otro para impedir que se acomodase).
Lo que ocurrió en el arranque fue un avance de lo que terminaría sucediendo en el resto del encuentro: que Nadal jugó un partido redondo para meterse en la final de Roma y vengarse de Tsitsipas, por mucho que no le guste utilizar esa palabra porque es un tenista que no entiende de revanchas.
“Jugué un poco mejor que él”, resumió Nadal, que con la de este domingo sumará 50 finales de Masters 1000, más que nadie (empatado con Roger Federer). “Como dije ayer, lo que tenía que hacer era jugar bien. La semana pasada no jugué muy bien en Madrid. Hoy lo hice mejor”, prosiguió. “En términos generales, es una victoria importante para mí porque jugué un encuentro sólido contra un buen jugador, un jugador que está ganando muchos partidos en esta superficie”, remarcó. “La sensación es que juego mejor cada semana, cada día. Eso es lo importante para mí”.