Si no llega a ser por la aparición de la lluvia, el partido habría durado lo mismo que un mosquito en una jaula de elefantes. El martes, Rafael Nadal recorrió una autopista vacía para llegar a las semifinales de Roland Garros. El español, que espera en la siguiente ronda al ganador del Roger Federer-Stan Wawrinka, no encontró oposición ninguna en Kei Nishikori (6-1, 6-1 y 6-3) y se clasificó para buscar la final el próximo viernes contra uno de los dos suizos coronando otra tarde brillante. A solo dos victorias más del objetivo, que es la duodécima Copa de los Mosqueteros, el campeón de 17 grandes puede decir bien claro que está mejor que nunca en todo esta temporada. [Narración y estadísticas]
El partido nació desnivelado porque Nishikori llegó muy cansado, fatigado, casi desfondado. El japonés, que cerró su clasificación para cuartos el lunes a mediodía después de derrotar a Benoit Paire por 7-5 en el quinto set, venía de disputar otro cruce a cinco mangas en tercera ronda (contra el serbio Djere). Eso, claro, fue demasiado para Nishikori, tenista menudo de físico delicado, históricamente acostumbrado a pasarlo muy mal en las rondas finales de los torneos si por el camino se ha dejado los pulmones.
Pasados seis minutos de la primera hora, Nadal ganaba 6-1 y 6-1 mientras Nishikori deambulaba por la pista con la retirada rondándole la cabeza. Arrastrando los pies rumbo al banquillo en cada intercambio, el japonés miró de reojo a su contrario, como buscando una señal que le invitase a tomar la decisión de ponerle fin a la tortura.
Al final de la segunda manga, Nishikori pidió la presencia del fisioterapeuta para que le tratase el hombro derecho, dolorido como consecuencia de la acumulación de horas gastadas en pista. Nadal no vio nada de eso porque se marchó al vestuario, pero si hubiese estado presente el resultado no habría cambiado lo más mínimo: a una velocidad vertiginosa, el mallorquín lanzó a abrazar el triunfo y se encontró de golpe con la lluvia, que lo retrasó todo.
El partido, parado con 4-2 en el tercer parcial durante casi una hora después de la tremenda tromba de agua, no sufrió modificación alguna: Nadal volvió a la pista, ganó su saque y cuando Nishikori se quiso dar cuenta el español también se había hecho con el encuentro.