Para llegar a las semifinales de Roland Garros, Roger Federer tiene que subir 60 veces a la red. Stan Wawrinka, que es su rival en los cuartos, no ha visto nada igual: una y otra vez, a la mínima oportunidad, el campeón de 20 grandes se lanza a conquistar la media pista con sus voleas, que no ha dejado de utilizar en una superficie poco amigable con ese juego de ataque llevado al límite. El suizo, ausente de la tierra batida las últimas tres temporadas, ha conseguido algo increíble, aunque el resultado lleve el apellido Federer en la firma: a dos meses de cumplir 38 años, se mide este viernes a Rafael Nadal por el pase a la final de Roland Garros tras ganar cinco duelos en París. Este no es solo otro partido de la rivalidad más importante de todos los tiempos (23-15 domina el español), este es un cruce que sobre arcilla proyecta dos estilos antagónicos, esta vez más distanciados que nunca.
"Creo que subir a la red siempre está en la actitud", dijo el suizo, que durante el torneo se ha ido hacia delante 175 veces. "Cuando llegas a la red tienes que hacerlo con un propósito. No puedes simplemente hacerlo porque alguien te dijo que lo hicieras, tienes que subir creyendo", añadió. "Pero con Rafa", avisó Federer, "hay que ser consciente de sus fortalezas, lo que pone encima de la mesa, para saber con quién estas jugando, particularmente sobre tierra batida".
"Federer va acortar bastante los puntos, está haciendo mucho saque y red, jugando a uno o dos tiros", reflexionó Carlos Moyà, entrenador de Nadal. "Este plan, en tierra batida y al mejor de cinco sets, es un poco más difícil de ejecutar que en pista rápida porque le da tiempo extra a Rafa para asentarse", prosiguió el ex número uno del mundo. "Si quiere jugar a un tiro, nada puede hacer el rival. Él que es más agresivo tiene el ritmo del partido. Sabiendo eso, con Rafa hemos intentado que tenga la mayor comodidad posible en los puntos cortos: de dos, tres, cuatro y hasta cinco bolas. En eso ha mejorado mucho, sus números son muy positivos y tenemos estadísticas que nos enseñan que ahora no es de puntos tan largos como anteriormente".
El jueves por la mañana, Moyà preparó el partido con Nadal durante una hora y media. Más de 30 minutos de la sesión estuvieron dedicados exclusivamente a que el técnico ejecutase esa jugada de saque y red, obligando al tenista a poner aprueba sus reflejos, anticipándose a los zarpazos con los que Federer asaltará el cruce el viernes. Las respuestas de Nadal fueron fiables: el balear demostró convicción y manos rápidas, dos cosas que necesitará si quiere evitar que su contrario se le cuelgue de la cinta y le meta en un buen problema.
"Como contra cualquier jugador, siempre hay una posibilidad", dijo Federer. "De lo contrario, nadie verá el partido porque todo el mundo conocería el resultado de antemano. Eso lo provoca el deporte: todos los encuentros deben jugarse para decidirse. Eso es exactamente lo que todos creen al enfrentar a Rafa. Ellos saben que va a ser difícil, pero nunca se sabe. Él podría tener un problema, podría estar enfermo. Puede que estés jugando bien o por alguna razón está luchando. Tal vez hay un viento increíble o 10 retrasos por lluvia. Simplemente no lo sabes. Por eso, necesitas ponerte en esa posición".
En dos días, Federer se ha preparado para jugar contra un zurdo. Sin tiempo que perder, el suizo ha intentado descifrar los saques y los efectos de la pelota de un tenista de esa características. Por eso, el jueves buscó a conciencia en el francés Moutet unas cualidades similares a las de Nadal. Luego, claro, el campeón de 20 grandes tendrá en la mano hacer que su raqueta marque el ritmo rehuyendo los intercambios largos, aprovechando el impulso de su saque y montándose encima de la pelota con su revés, que en nada se parece al del pasado.
"Llegar hasta el partido con Rafa no ha sido sencillo", reconoció el número tres. "Estoy muy feliz de jugar contra él. Inevitablemente, si quieres lograr algo en tierra sabes que en algún momento te las verás con Nadal", aseguró. "Esperaba que esto ocurriese cuando decidí jugar en tierra. Si hubiera tenido una mentalidad diferente, si hubiera querido evitarlo, entonces no debería haber jugado en arcilla. Creo que pensar así me ha ayudado a jugar tan bien este torneo".
"Vamos a ver qué pasa", respondió Nadal cuando le preguntaron por la táctica. "Imagino que él será agresivo y subirá a la red. Está jugando bien, tengo que ser sólido y pegarle bien a la bola. Debo hacer las cosas en buena posición y no dejarle que suba a la red o que lleve la iniciativa". Espero ponerle en problemas porque si no… lo estaré yo", remarcó. "Roger intentará jugar un partido agresivo. No va a huir de aquello que le viene funcionando bien. Su estilo de juego es distinto al de hace unos años, ahora es más agresivo e intenta evitar los peloteos largos, cosa que antes no pasaba. Al final puedes tener un esquema de juego similar al de hace ocho años, pero vas variando con el tiempo algunos detalles a la hora de jugar".
Nadal ha perdido los cinco últimos partidos contra Federer (Basilea 2015, Abierto de Australia, Indian Wells, Miami y Shanghái 2017). La última victoria del español contra el suizo fue en enero de 2014, en el primer grande de la temporada. En tierra no se enfrentan desde 2013, en la final de Roma. De eso hace un mundo y hay muchas cosas que han cambiado, pero una está a ojos de todos: ahora, Federer también juega hiperofensivo en tierra batida.