Roberto Bautista jugará sus primeras semifinales de Grand Slam el próximo viernes en Wimbledon. La clasificación (7-5, 6-4, 3-6 y 6-3 a Guido Pella) resume a la perfección lo que es el castellonense: un sensacional trabajador de estilo contracultural que ha encontrado su mayor premio con la llegada de la madurez. A los 31 años, Bautista se estrenará en la pelea por estar en la final de un grande ante Novak Djokovic (6-4, 6-0 y 6-2 al belga Goffin) después de alcanzar su mejor versión sobre hierba, una superficie extraña para los españoles, pero que conjuga bien con sus tiros planos, propios de una escuela diferente a la que ha alumbrado el nacimiento de los jugadores de La Armada.
“Estoy haciendo un buen torneo”, reconoció el español. “Hoy ha sido un partido muy difícil. Era una buena oportunidad para ambos, había muchas emociones en juego y no era fácil manejarlas”, prosiguió Bautista, que con el triunfo se aseguró subir nueve posiciones e igualar así su mejor clasificación (número 13) cuando se actualice el ranking el próximo lunes. “Esta victoria significa que estoy trabajando bien. Me he esforzado mucho durante estos años para ser mejor jugador, pensando en cómo mejorar cada momento para estar cerca de mi mejor nivel”, insistió. “Me encuentro muy feliz”.
Bautista le rompió el saque a Pella en el primer juego del encuentro, estableciendo desde el inicio su dominio. El español, que salió a jugar con una calma apabullante, desmontó a su rival moviendo la pelota de lado a lado, pegándole con decisión a las líneas y lanzándose a por la victoria sin esperar que le cayese regalada encima de las manos. Sin dejar que nada le perturbarse, dominando los nervios y controlando la presión, dos buenos enemigos con tanto en juego, el número 22 compitió de carrerilla, como si fuese un robot el que estuviese buscando el pase a sus primeras semifinales de un grande, sin dejar entrever ninguna emoción que pusiese en peligro el objetivo.
Pella, novato en los cuartos de un Grand Slam, nunca antes había pasado de la tercera ronda, asaltó el partido sintiéndose importante por primera vez en su carrera, como reconoció tras superar los octavos el lunes. Vencer a los finalistas de Wimbledon en 2018 y 2016 consecutivamente (Kevin Anderson y Milos Raonic) impulsó al argentino a creer en una remontada por la que nadie apostó cuando Bautista le arrebató los dos primeros parciales del cruce y las cosas se le pusieron muy feas.
Así, Pella fue capaz de ganar el tercer set y desestabilizar al español, que se había aupado hasta los cuartos sin ceder un solo parcial, el único de todos los clasificados para esa ronda que llegaba intacto. Por un momento, el argentino soñó con darle la vuelta al partido y hacerse con la clasificación para las semifinales. Pronto, sin embargo, se dio cuenta de la realidad: Bautista arrancó el cuarto set recuperando la manija de duelo (3-1) y se metió con decisión en el encuentro previo a la final de un Grand Slam cuando se suponía que a estas alturas debía estar en Ibiza, celebrando su despedida de soltero.
“Lo tenia todo organizado”, confesó Bautista, que se casará el próximo mes de noviembre, “pero es mejor estar aquí. Creo que mis amigos vendrán a Londres el viernes”.