El partido de siempre, en un lugar distinto, con el desenlace de siempre. En 59 minutos, Serena Williams se deshizo de Maria Sharapova (6-1 y 6-1) en la primera ronda del Abierto de los Estados Unidos, su primer enfrentamiento en la Gran Manzana, y extendió su racha de victorias seguidas ante la rusa a 19 (20-2 de balance total). A los 37 años, y buscando empatar el récord de grandes de todos los tiempos (los 24 de Margaret Court) tras tres finales grandes perdidas (Wimbledon 2018 y 2019, US Open 2018), la estadounidense atropelló de entrada a una de sus rivales de toda la vida, aunque la rivalidad hace tiempo que dejó de existir.
—No recuerdo que alguna vez hayas perdido más de tres veces seguidas ante cualquier oponente en tu carrera —le dijeron a Serena en la rueda de prensa posterior al cruce—¿Te imaginas cómo sería perder 19 veces seguidas frente a la misma persona durante un período de 15 años?
—Dios, nunca lo he pensado así. Ella sigue saliendo a jugar, luchando y tratando de encontrar diferentes formas de mantenerse en el encuentro. Así que sí…
—Este ha sido tu enfrentamiento número 22 con Sharapova. Aunque dominas por 20-2 el cara a cara, muchos lo ha considerado una rivalidad. ¿Es así?
—No sé cuál es el significado de rivalidad. Siento que todas las tenistas con las que juego son rivales. Ya tenga 20-2 o 0-1.
Un año después de perder la cabeza en la final contra Naomi Osaka, cargando sin razón contra Carlos Ramos, juez de silla de aquel partido, Serena regresó a la Arthur Ashe para inaugurar la sesión nocturna del torneo. A un calentamiento imponente, en el que golpeó la pelota con fiereza, como tratando de intimidar desde el comienzo a una oponente aparentemente impenetrable, le siguió el imponente arranque que dejó sin argumentos a Sharapova en los primeros 10 minutos del duelo, y que terminó con una derrota rápida, un visto y no visto.
“Realmente”, se arrancó la rusa, “no hubo ningún momento donde me viera cerca”, añadió sobre el partido ante la número ocho mundial. “No jugamos intercambios largos, fueron puntos de uno o dos tiros, y ella ganó la mayoría de esos peloteos”, continuó. “Ahora sería fácil desanimarme, pero mañana me levantaré y seguiré adelante, no queda otra”, aseguró Sharapova. “Será peor el día que no quiera ir a entrenar para trabajar buscando ser mejor, eso será más duro que cualquier resultado”.
Sharapova le ganó a Serena dos veces seguidas. Fue en 2004, en las finales de Wimbledon y la Copa de Maestras. Entonces, la rusa tenía 17 años y esos triunfos le concedieron inmediatamente el respeto del vestuario. En Williams, sin embargo, provocaron un efecto demoledor: desde entonces, a lo largo de más de 15 temporadas, la estadounidense no ha vuelto a perder ante Sharapova. Impresionante manera de sofocar una amenaza tan importante como esa.