Si el primer partido fue bueno, el segundo mereció por lo menos un notable. Para llegar a los cuartos de final de París-Bercy, Rafael Nadal desarmó el tenis bomba de Stan Wawrinka (6-4 y 6-4) y superó un encuentro lleno de curvas que le llegó pronto (en el pasado una final de Grand Slam y su segundo cruce en pista cubierta de los últimos dos años) frente a un oponente de primer nivel, por mucho que esté lejos de la versión que le llevó a celebrar tres trofeos grandes. En una exhibición de inteligencia, y pachucho del estómago, Nadal se citó el viernes con Jo-Wilfried Tsonga (2-6, 6-4 y 7-6 a Jan-Lennard Struff) para buscar una plaza en las semifinales del último Masters 1000 de la temporada, que nunca ha ganado. [Narración y estadísticas]
“Hay margen de mejora en algunos aspectos”, avisó Nadal. “Desde el fondo de la pista he hecho cosas buenas, pero las puedo hacer mejor. También es cierto que aquí las cosas pasan muy rápido. A veces hay que asumir que hay errores y juegos en los que no vas a tener opciones al resto, y creo que lo estoy asumiendo bien”, prosiguió el mallorquín. “Estoy feliz por la manera en la que estoy aceptando mis fallos y los aciertos del rival”.
Wawrinka arrancó el cruce a pelotazo limpio. El suizo, aceleración salvaje, potencia ilimitada, sacudió las defensas de Nadal de estacazo en estacazo desde las dos alas de la pista. Poco le importó al campeón de tres grandes si la bola le venía por la derecha (palo) o por el revés (otro palo) porque tomó la misma decisión: destrozarla sin pensárselo dos veces para dominar a su contrario desde el autoritarismo, ni hablar de entrar a dialogar con el número dos en peloteos desde el fondo de la pista.
Fue una puesta en escena cargada de riesgo que tuvo éxito durante un cuarto de hora: bien pronto se procuró Wawrinka la primera pelota de break del partido (1-0 y 30-40, salvada por su rival con un buen saque) y bien pronto logró Nadal abrir brecha en el marcador con una rotura que rápidamente confirmó (3-1) para contestar a una pregunta complicada: ¿cómo se puede frenar un tren de alta velocidad? Anteponiendo la cabeza a las piernas; pensando, pero nunca intentando correr más.
Los arreones de Wawrinka perdieron eficacia ante un oponente que no le perdió metros a la pista, ni siquiera al resto, donde acostumbra a retrasar su posición para tener más tiempo de reacción, pero que tampoco se volvió loco disparando ganadores sin control. Solo cuatro en el primer set fueron suficientes para que Nadal le echase el lazo a ese parcial, sofocando la propuesta vertiginosa del suizo y dando un paso de gigante para llevarse el partido con una versión muy convincente.
Sin sobresaltos, más allá de pedir que viniese el médico a darle algo que calmase su dolor de estómago, Nadal avanzó sabiendo que el camino se le ha despejado de rivales (ningún top-10 hasta la final) y soñando con levantar un título que se le ha resistido desde siempre.