Está claro, es evidente, no hay dudas: la gran mejora de Rafael Nadal esta temporada es el cambio en la mecánica de su saque. Este viernes, el número dos del mundo se clasificó para las semifinales de París-Bercy reduciendo a un gran Jo-Wilfried Tsonga (7-6 y 6-1) en un partido decidido en el desempate del primer set, que se llevó el español desde una base sólida: proteger su saque sin agobios para jugar suelto el resto del tiempo. Denis Shapovalov (doble 6-2 a Gael Monfils) espera al campeón de 19 grandes por el pase a la final. [Narración y estadísticas]
“El saque bajo techo siempre tiene un gran impacto, pero este año además es que la pista está muy rápida”, reconoció Nadal, que ha alcanzado las semifinales en 11 de los 12 torneos que ha jugado este año, regular como ningún otro. “Obviamente, eso hace que el servicio se convierta en un componente básico del juego. En este torneo se trata de estar sólido con el saque, aguantar cuando los rivales aprietan e intentar aprovechar las oportunidades”, aseguró el balear, que tiene empatado el cara a cara (1-1) con Shapovalov. "Si te muestras débil con el saque le das mucha confianza al rival”
El partido se convirtió en una fiesta nacional, en un Francia contra Nadal. A los cientos de gritos para apoyar a Tsonga (“Allez Jo!”, se escuchó juego tras juego) se le unieron los cánticos clásicos de la grada parisina, las celebraciones enfervorizadas tras cada buen punto de su tenista, igual que un gol en el minuto 90, y la ola del estadio entero, que la gente hizo durante varios minutos cuando más caliente estaba el encuentro (5-4 para el francés en el primer parcial, con el español restando para mantenerse con vida en ese set inicial).
En minoría, pero siempre querido (“Rafa, divórciate y cásate conmigo”, se pudo leer en una pancarta), Nadal se amuralló alrededor de su saque. Solo en el primer parcial, el español ganó el 92% de los puntos que jugó con su primer servicio. Que Tsonga superase esa cifra (95% del francés) explica por qué la manga se discutió en el tie-break, un desempate loco que el balear gobernó después de perder dos ventajas (de 2-0 a 2-2 y de 3-2 a 3-3, la segunda de ellas con una doble falta) porque hay pocos que gestionen los momentos de presión como él, porque no hay nadie que sepa cómo bailar mirando a los demonios a los ojos.
Después de hacerse con el primer set, el duelo se acabó. Nadal tuvo que esperar 1h12m para procurarse su primera bola de break, que convirtió distanciándose en el marcador (2-0) y rompiendo el encuentro (otro quiebre para 5-1). Para entonces, el español le había demostrado a Tsonga lo que ya le enseñó en Wimbledon, cuando se vieron las caras hace unos meses: que su renovado servicio le permite ser mucho más agresivo porque tras el resto se queda en una posición ventajosa para atacar sin medianías.
En pista cubierta, claro, eso un enorme paso adelante para aspirar a todo. Exactamente lo que busca Nadal.