En la primera fila del O2 Arena de Londres, el rey emérito Juan Carlos asistió a una realidad evidente: Rafael Nadal se ha recuperado a tiempo para jugar la Copa de Maestros de la distensión en el recto abdominal derecho que sufrió hace más de una semana, ya no tiene dolor ni molestias, pero le han quedado secuelas que han contaminado el resto su juego, y posiblemente su confianza. El lunes, en su estreno en el torneo que reúne a los ocho mejores tenistas del año, Alexander Zverev zamarreó 6-2 y 6-4 al campeón de 19 grandes, al que no había ganado nunca (0-5 hasta hoy), sumó su primer triunfo en el Grupo Andre Agassi y removió las dudas del español, que necesita ganar el próximo miércoles a Daniil Medvedev (Stefanos Tsitsipas venció al ruso 7-6 y 6-4) para tener opciones de alcanzar las semifinales. [Narración y estadísticas]
“Era predecible que no estuviera al 100% tras tener que ir con mucho cuidado durante estos últimos días, pero no estoy contento porque no he competido bien”, se arrancó Nadal después de caer derrotado. “En días malos soy capaz de competir bien, y no ha sido así. De alguna manera tendría que haber encontrado una solución para engancharme al partido”, añadió el tenista. “No se puede decir nada más. No he estado bien, he jugado mal. Hay que aceptar que tengo que mejor si quiero tener una opción el próximo día. Necesito mejorar bastante”, insistió. “Lo único positivo es que no he tenido dolor en el abdominal”.
El partido, todo un espectáculo para el espectador (el número uno contra el vigente campeón del torneo), puso a prueba la lesión en el abdominal que Nadal se hizo mientras calentaba para las semifinales de París-Bercy, obligándole a retirarse del último Masters 1000 del año y poniendo en peligro su participación en la Copa de Maestros. El español, sin embargo, hizo lo que la lesión le impedía con total normalidad: sacar sin medianías, superando constantemente los 200 kilómetros por hora, pero pagó su conservadora preparación para el torneo (no empezó a sacar al 100% hasta un día antes de debutar) y Zverev lo aprovechó dándose un festín.
A Nadal, en cualquier caso, no le dio tiempo a hacer demasiado porque el partido transcurrió a toda pastilla. El alemán sirvió bombas en cada turno de saque (11 aces, 88% de puntos ganados con primer servicio) y se comió a su contrario apostando por una agresividad desmedida, que le salió bien, y firmó uno de sus mejores encuentros de la temporada, que precisamente no había sido nada buena (un título, conquistado en Ginebra). En 50 minutos, Zverev estaba set y break arriba (6-2 y 2-1), volando ante el mejor jugador del mundo, dando un recital de cómo jugar al tenis en pista dura bajo techo, la superficie que históricamente más le ha costado a Nadal.
Que Zverev le diese un repaso al número uno, que fuese de forma tan clara, tiene dos explicaciones. La primera, lógica, que al español le han penalizado sus entrenamientos para el torneo, sin saque y faltos de ritmo. La segunda, extraña, que Nadal no supiese competir cuando no hay nadie mejor que él buscando huecos en una pared reciente construida.
“Esto es lo que tiene este torneo, es el único en el que te puedes permitir un fallo”, recordó Nadal, que debe ganar a Medvedev para tener una oportunidad de meterse en semifinales. “Ahora ya no tengo margen de error de ninguna clase. Me quedo mal, lógicamente, porque he perdido un partido de una manera en la que no me ha gustado”, repitió. “Tengo que aceptar el día, las sensaciones y hacer un buen entrenamiento mañana, tengo que buscar la energía para conseguirlo, e intentar salir competitivo para jugar mejor el día siguiente”.