Otra vez, y van dos días seguidos, España está obligada a remontar si quiere mantener con vida el sueño de la sexta Ensaladera. En el primer partido de la eliminatoria entre España y Gran Bretaña, Kyle Edmund se impuso 6-3 y 7-6 a Feliciano López y colocó a los suyos por delante (1-0), a un punto de la final. Rafael Nadal, que se medirá a continuación a Daniel Evans, está obligado a echarse el equipo a la espalda ganando su encuentro individual primero y volviendo luego a la pista con Marcel Granollers para intentar atar la clasificación en el dobles decisivo. [Narración y estadísticas]
Cinco minutos antes de comenzar a jugar, España reemplazó a Pablo Carreño por López. Lo que los británicos interpretaron como una maniobra táctica respondió a algo mucho más simple: el gijonés, que acabó físicamente mal lo intentó hasta el final, calentando para ver si podía intentarlo, pero la lesión en su pierna izquierda se lo impidió, abriendo la puerta al cambio de cromos que se venía olfateando desde la noche del viernes. En consecuencia, López salió a ocupar el lugar de Carreño con la ilusión de darle a La Armada el primer punto, y evitar otra noche agónica.
Con Roberto Bautista en el banquillo, de vuelta a la concentración después de marcharse a Castellón el jueves por el fallecimiento de su padre, Edmund silenció a López con un 3-0 rapidísimo, todo un vendaval, para abrir distancias desde el principio. Desde atrás, su espacio habitual, el británico repartió de lado a lado con la derecha y le quitó al español la idea de asaltar la victoria voleando en la red, yéndose para delante sin pensárselo, haciéndose fuerte en la media pista, desde siempre su especialidad.
Del choque de juegos ofensivos, el de López llevado al extremo; el de Edmund más controlado, salió ganador el británico porque en el primer parcial supo rentabilizar estupendamente el tempranero break que consiguió, defendiéndolo en cada turno de saque holgadamente, sin sufrir ni siquiera un poquito. Aunque López creció con el paso de los minutos, ganando un temple básico para su tenis, Edmund no tembló para hacerse con la primera manga.
López, un enamorado de la competición (28 eliminatorias jugadas), no necesitó demasiado para encontrar la motivación que el partido requería. El toledano, claro, es uno de esos tenistas clásicos de Davis, con la experiencia y el aplomo que hacen falta para defender los colores cualquier país en una de las competiciones más antiguas del mundo, en la que no sumaba un triunfo individual desde el año 2016 (ante el indio Ramanathan en cuartos).
Eso, sin embargo, no fue una barrera para que López lo intentase todo hasta el final. Elevando su nivel, estabilizado el saque, más atinado en la volea, el toledano se mantuvo en pie durante todo el segundo parcial y se fabricó dos bolas de set al resto (5-4, 15-40) que le habrían servido para forzar el tercero y decisivo. No subirse a ninguno de esos trenes le costó muy caro al español: Edmund acabó con sus esperanzas en un desempate que jugó sin rastro de miedo, pegándole a todo y machacando cada bola corta que le dejó un rival desanimado por las ocasiones perdidas.
Las cosas vuelven a estar en la misma situación que hace un día: España, en muchos apuros.