Pase lo que pase de ahora en adelante, y todavía pueden pasar muchas cosas, hay algo claro: Rafael Nadal es el jugador de esta Copa Davis. Un día más, el tercero desde que empezó la competición, España necesitaba un rescate, y el rescate lo inició el número uno del mundo al ganar 6-4 y 6-0 a Daniel Evans para igualar las semifinales contra Gran Bretaña (1-1) después de que Kyle Edmund batiese a Feliciano López en el primer enfrentamiento de la serie. En consecuencia, el empate conduce la eliminatoria a un lugar peligroso: el pulso por el pase a la final se decidirá en el dobles. [Narración y estadísticas]
“Estoy feliz por la victoria, que era necesaria porque si no estábamos fuera”, dijo Nadal después de alcanzar los 28 triunfos en individuales en la Davis. “Ahora jugamos contra unos rivales muy complicados en dobles, será difícil”, avisó el balear, que sorprendentemente formará pareja con Feliciano, y no con Marcel Granollers, para medirse a Jaime Murray y Neal Skupski. “Veremos qué nos depara el siguiente partido. Espero estar preparado. Sabemos que tenemos que dar el máximo si queremos tener opciones”.
A diferencia del viernes, cuando forzó el punto decisivo arrollando a Diego Schwartzman, el mallorquín necesitó trabajar ante Evans, esforzarse, sudar, desgatarse un poco. Más de media hora le llevó a ambos contrarios disputar los seis primeros juegos del partido (3-3), muy igualado en el arranque pese a que Nadal tuvo dos pelotas de break que no convirtió (con 2-1), y que alimentaron el ánimo del británico para luchar por el imposible de ganar al campeón de 19 grandes.
Apostando por ser agresivo en una pista amable con el tenis de ataque, Evans se mantuvo en la primera manga hasta que le llegó el momento de sacar para poner el 5-5, con su rival olfateando la importancia de ese juego. Si entonces Nadal había sido incapaz de leer con precisión los servicios del británico, con 5-4 todo cambió. Entre la tensión que llevaba Evans encima, y la presión que metió el español al resto, el aspirante explotó y el partido se acabó.
Consciente de la necesidad de ahorrar tiempo para conservar las energías pensando en el dobles, nuevamente capital, Nadal jugó todo el rato mirando el reloj. Por eso, el balear arrancó el segundo set buscando una rotura que le despejase el camino hacia la victoria sin tener que sortear obstáculos, y lo que se encontró fue una autopista: conseguir ese break provocó que Evans se diluyese, adiós a la resistencia, para que Nadal le propinase un 8-0 de parcial con el que mandó la eliminatoria al punto decisivo.
Es España otra vez en el alambre: todo o nada a la caza de la sexta Ensaladera.