No será una final más, eso está claro. Cuando España salte a intentar conquistar la sexta Ensaladera de su historia (2000, 2004, 2008, 2009 y 2011) en la décima final para la selección (la primera desde 2012) ante la debutante Canadá, la selección habrá superado una semana llena de trampas que ha puesto a prueba la capacidad de adaptación, el sufrimiento, la unión y el fondo de armario de un equipo que ha pasado por absolutamente de todo en el estreno de la competición por países, reformada completamente por el futbolista Gerard Piqué y su empresa Kosmos, que terminará este domingo en la Caja Mágica por todo lo alto: los anfitriones lucharán por ser campeones después superar todas las adversidades que se les han puesto por delante.
"El tenis es un deporte individual, pero ganar en equipo es mucho más satisfactorio", se arrancó Rafael Nadal después de culminar otra remontada, esta vez en las semifinales ante Gran Bretaña (2-1). "La alegría compartida de disfrutar de todos esos momentos con el resto de compañeros es algo difícil de poder explicar, pero en un deporte tan individual como el nuestro se aprecia más", prosiguió el número uno mundial, que desde que arrancó el torneo ha ganado los siete partidos (cuatro individuales y tres dobles) que ha jugado. "Hemos pasado por muchas cosas esta semana que nos han obligado a encontrar un camino".
Con esas "muchas cosas", el mallorquín se refiere a un puñado de circunstancias tremendas que han condicionado el camino de España hasta la final. Primero, la paliza inicial en el estreno ante Rusia (el dobles que Feliciano López y Marcel Granollers ganaron terminó cerca de las dos de la mañana). Segundo, la ausencia inesperada de Roberto Bautista, que tuvo que abandonar la concentración de la selección el jueves para irse a Castellón, donde horas más tarde falleció su padre. Tercero, la remontada de cuartos de final contra Argentina, culminada bien entrada la madrugada (Nadal se metió en la cama casi a las cinco de la mañana) con dos lesiones de peso: la de Pablo Carreño (contractura en la pierna izquierda), que sustituyó a Bautista como segundo tenista de La Armada, y la de Marcel Granollers (espalda), el compañero de Nadal en dobles. Cuarto, la pareja improvisada que Sergi Bruguera, el capitán español, tuvo que formar como consecuencia de las bajas, uniendo al número uno con Feliciano para ver cómo derrotaban a Gran Bretaña en el punto decisivo de un cruce duro y emocional que sumó tapó otro contratiempo con un milagro más.
"Pero hemos ganado una eliminatoria más, no hemos ganado nada", avisó Nadal. "Estamos en una final, algo que es un gran logro para nosotros. Además, no sé si hay muchos equipos que hayan utilizado a sus cinco jugadores, que hayan participado en la competición. Nosotros sí, y eso le añade más valor”, prosiguió el campeón de 19 grandes. "Vamos a intentar descansar. Por experiencia propia sé que son momentos de adrenalina y felicidad, pero hay que calmarse y rebajar la euforia lógica porque mañana necesitamos estar al 100% si queremos tener alguna opción ante Canadá", subrayó. "Ellos están a un nivel muy alto, y vamos a necesitar lo mejor de nosotros".
Hay otro obstáculo más. La Canadá de Vasek Pospisil y Denis Shapovalov, que se han repartido todos los partidos individuales y se han juntado en dobles por la lesión de Felix-Auger Aliassime, llega a la serie final con más descanso (no jugaron el viernes, y el sábado terminaron ocho horas antes que España). Si todo va según lo previsto, Bautista volverá a la pista para medirse al primero y Nadal hará lo mismo contra el segundo. Esa, claro, será otra historia. El último capítulo de una Davis como ninguna otra.