Rafa Nadal se empeña cada temporada en dar más razones para pensar que es el mejor deportista español de la historia. Como si hiciera falta. Cada año da motivos para emocionar delante de la televisión. El tenista de Manacor es uno de los responsables en poner de acuerdo a todo el país para congregar a las masas allí donde está. Lo mismo sucede cuando está fuera de nuestras fronteras, porque el mallorquín es querido allá por donde va.
Este 2019 ha vuelto a ser un gran año para Nadal. 365 días en los que volvieron las sensaciones de uno de los mejores tenistas de todos los tiempos. Hubo tiempo para la gran rivalidad frente a Roger Federer que esta temporada ha quedado en 19-20 en esa lucha por ser el que más Grand Slams ha ganado. También Novak Djokovic le privó de otro abierto en Australia, pero finalmente cedería su corona como número uno del mundo en favor del español.
Rafa solo ha ganado una vez el Open de Australia, en 2009. Y en 2019 volvió a quedarse con a miel en los labios. Djokovic volvía a cruzarse en el camino como en 2012, una final que en su momento reconoció Toni Nadal que les dolió tanto que es un partido que no quisieron volver a ver. En 2014 una contractura en la espalda en el calentamiento propició la victoria de Stan Wawrinka en cuatro sets. Y en 2017, Federer remontó en el último set un 1-3 en contra con cinco juegos seguidos.
El serbio y el español disputaron un encuentro en el que Novak no le dio ninguna opción. 3-6, 2-6 y 3-6 para Djokovic que sumaba su séptimo trofeo en Australia y su décimo quinto Grand Slam para acercarse, en ese momento, peligrosamente a Nadal. La marca de 'Nole' en el primer abierto del año le convirtió en el primero en conseguir siete triunfos. Arrancaba la temporada como la acabó y suponía el tercer Grand Slam consecutivo. Monstruoso. El español solo pudo aplaudir y quedarse con las buenas sensaciones del resto del torneo, que no mejorarían en los siguientes meses.
Después de no jugar las semifinales de Indian Wells ante Federer por problemas en su rodilla derecha y tampoco acudir a la cita de Miami, comenzó la temporada de tierra batida. Y lo hizo con dudas. Cayó en Montecarlo ante Fabio Fognini a las puertas de la final en el que, según el propio Nadal tras el partido, fue "uno de mis peores partidos en tierra batida en 14 años".
No irían mucho mejor las cosas en Barcelona. En el Conde de Godó se encontró con el que tiene todas las papeletas para ser el que reine en la tierra batida cuando se retiren los extraterrestres. Dominic Thiem le endosó un doble 4-6 para provocar que Nadal llegase al mes de mayo sin haber ganado un título por primera vez en su carrera.
Y las malas sensaciones encontraron su tercer capítulo en Madrid. Nadal llegaba como un huracán a las semifinales después de barrer a Felix Auger-Aliassime, Frances Tiafoe y Stan Wawrinka en las rondas anteriores. Allí le esperaba uno de los tenistas del año para provocar otra dura derrota. Stefanos Tsitsipas. El español solo había perdido en una ocasión su saque durante todo el torneo, en ese partido lo cedió seis veces y no podría encontrarse con Djokovic en busca de la venganza de Australia.
Otra vez rey de Francia
Pero a Rafa Nadal nunca se le puede dar por muerto. Es un martillo pilón y cuando más bajo de forma parece estar, saca toda su calidad de su diestra para acallar cualquier voz crítica que ose a entonar alguna mala palabra sobre el manacorí. Con esas sensaciones negativas se acercaba Roland Garros y Roma fue una bendición.
En el Foro Itálico sacó su mejor versión para barrer a Jeremy Chardy, a Nikoloz Basilashvili y a Fernando Verdasco antes de volver a verse las caras con Tsitsipas. En esta ocasión no dio opción alguna al griego y le barrió por 6-3 y 6-4 y citarse en la final con Djokovic.
Tras un 6-0 en el primer set donde el serbio acusó el cansancio de los partidos previos, 'Nole' se recuperó por orgullo y se llevó el segundo, pero ese martillo pilón volvió a aparecer para imponer su diestra en el tercero y convertirse en el tenista con más Masters 1000 de la historia con 34.
Y llegó a París con unas sensaciones distintas. Daría continuidad durante las primeras rondas donde solo David Goffin le dio un susto robándole un set. Eliminó a Kei Nishikori por la vía rápida y se cruzó con Federer en las semifinales. El suizo se fajó en un partido duro por el viento y el mal tiempo ante un Nadal que no le dio opción.
Thiem sería el último escollo antes de la duodécima. El austriaco era el único que le había ganado en los últimos años sobre arcilla tres veces en Roma 2017, Madrid 2018 y la que se comentó en Barcelona. Aún así, la Philippe Chatrier es el hábitat natural de Nadal y el plan del tenista de Wiener Neustadt solo duró dos sets: el primero lo perdió y el segundo lo ganó. Desde ese momento Rafa fue un torbellino y con un doble 6-1 acrecentó su leyenda hacia la eternidad.
Wimbledon es otra cosa
Federer había conseguido la victoria en Miami en lo que estaba siendo una temporada en la que la tierra batida ya se le estaba diciendo que es demasiado dura para él. Pero se reencontró con la hierba y volvió a ser el de siempre. Volvió a hacer de Halle su territorio particular y se plantó en Wimbledon con grandes posibilidades.
Nadal fue al torneo con el subidón de Roland Garros y preparándose en su Manacor natal. Solo tuvo algún problema contra el siempre polémico Nick Kyrgios, que ya le ganó este año en la pista dura de Acapulco. El resto de partidos los superó sin ceder ningún set antes de plantarse contra Roger en las semifinales. Mientras, en el otro lado del cuadro España vibraba con Roberto Bautista que finalmente no pudo con un Djokovic intratable.
Al ritmo que quiso Federer, Nadal no pudo hacer nada en la Catedral del tenis mundial y sucumbió en cuatro sets. A sus 38 años, el suizo volvió a demostrar por qué es historia de este deporte. Lo que pasó después en la final contra el serbio también es parte de la leyenda de este deporte.
Un partido que fue magia y que tuvo el desenlace que merecía. Se fueron hasta el 12-12 donde apareció por primera vez el tie break que estrenaba en esta edición. 'Nole' elevaba a cuatro los Grand Slam consecutivos y se situaba a dos de Rafa y a cuatro de Roger.
Un US Open de ensueño
Rafa se fue a Toronto para preparar el US Open, un torneo que tradicionalmente siempre se le ha dado bien. Con los pies en la tierra después de Wimbledon, Rafa afrontaba el regreso de las pistas duras renunciando a Cincinnati. Allí Daniil Medvedev mostró el nivel que iba a marcar la pauta en el final de temporada y se cargó en las semifinales a un Djokovic que se le empezaba a hacer larga la temporada.
En Canadá Rafa recuperó las sensaciones de Roland Garros y demostró que iba a poder competir en este final de año. Allí se citó con el ruso que venía de conquistar Cincinnati e impuso la superioridad que le ha dado su carrera. Con otra victoria en un Masters 1000, Nadal se iba a Nueva York a darse cita con la historia.
Será muy difícil olvidar la final que se vivió en el mes de septiembre entre Medvedev y Nadal. La consecución del Grand Slam número 19 para el español vino después de una guerra sin cuartel entre el ruso y el manacorí que se fue a los cinco sets y, durante cuatro horas y 51 minutos mantuvo a toda España despierta hasta las tres de la mañana.
Nadal, hasta la final, solo cedió un set durante el torneo ante Marin Cilic y es que el tenista de Manacor acumuló partido tras partido una exhibición sobre la pista dura de Nueva York. Tuvo que batir a una de las sensaciones de la temporada, Matteo Berrettini, que le discutió el primer set pero que no pudo aguantar con el ritmo del balear durante el resto de la semifinal. Rafa levantó el título en lo que ya parecía un broche tremendo para el 2019, pero aún le quedaría otro gran éxito.
La Davis, el broche final
La temporada se cerraría con el nuevo torneo que había organizado Gerard Piqué para darle un aire diferente a una Copa Davis denostada por los tenistas por la cantidad de fechas que tenía. Con lo cargado que está el calendario, finalmente la última semana de noviembre serviría para que se disputara la primera edición de este formato renovado.
Antes, le quedaban dos citas a Rafa. La primera era el Masters de París-Bercy donde los fantasmas físicos volvieron a aparecer. Después de barrer a Adrian Mannarino, Wawrinka y Jo-Wilfred Tsonga, se antojaba un bonito duelo ante Denis Shapovalov. Pero unas molestias en el abdomen durante el calentamiento le hicieron tomar la decisión de no forzar para estar en Londres en las ATP Finals que se le resisten.
Y se le siguió resistiendo este 2019. Aquejado aún de esas molestias físicas, Nadal fue duda hasta el último momento pero finalmente jugó frente a Alexander Zverev. El alemán no le dio opción al español y encajó una dura derrota que, finalmente, sería definitiva. Rafa ganó, sufriendo, los otros dos partidos frente a Medvedev y Tsitsipas pero no le serviría para clasificarse. Así llegó a una Copa Davis que sería para la historia.
El primer choque de la fase de grupos se complicaría ante Rusia y su partido pasaría a ser decisivo. No falló a la cita ante Karen Khachanov. Ante Croacia fue más sencillo y España barrió a los croatas por 3-0 confirmando el primer puesto. Eso sí, se probó en el partido de dobles junto a Marcel Granollers. Entonces llegaría la mala noticia del fallecimiento del padre de Roberto Bautista, que abandonaría la concentración. Esto, motivó aún más a la selección para el partido de cuartos frente a Argentina.
Pablo Carreño tomaría la responsabilidad de abrir la eliminatoria y cayó ante Guido Pella. Nadal volvía a jugársela y barrió a Diego Schwartzman por 6-1 y 6-2. Más duro fue el partido de dobles donde sufrieron para llevarse la eliminatoria ante Máximo González y Leo Mayer.
La semifinal no fue mucho más sencilla. Feliciano López no pudo con Kyle Edmund en el primer partido y Rafa volvía a salir al rescate. Venció a Daniel Evans en el individual y junto al protagonista del primer partido derrotaron a la pareja formada por Jamie Murray y Neal Skupski en un duro encuentro.
Y llegó la gran final frente a Canadá con la gran noticia del regreso de Bautista. El castellonés puso todo su corazón sobre la pista de la Caja Mágica y venció a Auger-Aliassime. Nadal no falló a su cita y superó a Shapovalov en dos sets para levantar la sexta Copa Davis de España en su historia. La copa que levantó Bautista tuvo detrás una histórica actuación de Rafa que alargó su leyenda en esta competición.
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