La primera oportunidad de empatar los 20 grandes de Roger Federer empezó con tranquilidad: el martes, Rafael Nadal venció 6-2, 6-3 y 6-0 a Hugo Dellien y se clasificó para jugar la segunda ronda del Abierto de Australia, donde persigue igualar el récord absoluto del suizo en la carrera por ser el mejor tenista de todos los tiempos. De momento, el número uno hizo lo que le tocaba sin sobresaltos y se citó con Federico Delbonis, vencedor 6-3, 6-4 y 7-6 de Joao Sousa.
“Mi felicidad del futuro no depende de pasar a Federer”, había avisado Nadal antes de debutar contra el boliviano. “La felicidad plena no me la va a dar ganar 20 ni 25 torneos del Grand Slam. ¿Me hace ilusión? Pues claro que me hace ilusión porque me dedico a esto y quiero ser lo mejor posible, pero me han pasado tantas cosas buenas durante todos estos años que solo puedo estar agradecido a la vida y a la gente que me ha ayudado”, cerró el balear, que si celebra el trofeo se convertirá además en el único que ha ganado al menos dos veces cada uno de los cuatro grandes.
Debutante en el primer grande de la temporada, Dellien no mintió cuando avisó en los días previos de que podía llevarse un meneo incluso jugando un buen partido. A los 40 minutos, Nadal mandaba 5-0 en el primer set, pero el boliviano había hecho méritos para merecer algo más, para presumir al menos de un marcador un poco apretado, para no ponerse rojo por una paliza engañosa ante el mejor tenista del mundo.
“Gracias a todos los bolivianos que me mandan mensajes y que están deseando que llegue el día. La mejor manera de agradecerlo es dejándome la vida por Bolivia”, había escrito Dellien en su cuenta de Twitter cuando el sorteo le emparejó con Nadal. Y esa promesa de poner su sangre como precio de la derrota quedó cumplida porque Dellien peleó con todo lo que tuvo hasta marcharse orgulloso de vuelta al vestuario.
Ante un Nadal conservador, que prefirió apostar por las cosas que tiene controladas antes de intentar otras más arriesgadas, Dellien celebró un par de roturas de saque (una en el primer parcial, para evitar encajar un 0-6, y otra en el segundo, poniendo un 3-4 que tardó un minuto en diluirse y convertirse en 3-5), compitió de igual a igual durante algunos ratos, endureciendo los peloteos, y se mantuvo en pie tanto tiempo como su tenis le aguantó.
Después del desgate al que se sometió en la ATP Cup, y tras dosificarse en la semana previa al Abierto de Australia, regulando la carga de trabajo cuando normalmente suele entrenar con una intensidad altísima, Nadal atacó su primer partido en Melbourne con calma, y logró lo que buscaba: una adaptación a las condiciones y un triunfo fácil.