Sí, Garbiñe Muguruza ha vuelto. Este lunes, la española se metió en los cuartos de final del Abierto de Australia tras arrollar 6-3 y 6-3 a Kiki Bertens en 68 minutos en otro partido fantástico, conquistado desde un dominio poderoso y sin fisuras. La española, que no llegaba tan lejos en un grande desde Roland Garros 2018 (cayó en semifinales contra Simona Halep), confirmó lo que se había visto en los días previos: con Conchita Martínez en el banquillo, y tras dos años de sinsabores en los que pasó de dominar el tenis femenino a perder el norte, Garbiñe ha recuperado el nivel para volver a aspirar a todo.
En su mejor versión, Muguruza es posiblemente la mejor tenista de todas las que están peleando por liderar la WTA ahora mismo, un espacio libre porque ninguna de las aspirantes ha conseguido consolidarse como referente. Muchas han hecho méritos (Naomi Osaka. Simona Halep o la propia Garbiñe, por ejemplo), pero no han encontrado la regularidad para erigirse como cabeza visible de un circuito con demasiadas idas y venidas.
En esas aguas revueltas, Muguruza todavía tiene tiempo (26 años) de dejar su huella, y Melbourne es un buen lugar para retomar lo que comenzó a construir al ganar Roland Garros (2016) y Wimbledon (2017). Si al principio del Abierto de Australia, hace una semana, la española salió adelante sufriendo, todavía acarreando las consecuencias de un proceso febril que acabó con su retirada en el torneo de Hobart, sus dos últimos encuentros han sido todo un aviso: Garbiñe se deshizo el sábado de Elina Svitolina, la número cinco, y este lunes de Bertens, la 10, con una facilidad aterradora, de estar a años luz por encima de las dos.
La holandesa arrancó el partido con un break, y esa fue la única vez que estuvo por delante en el marcador. Inmediatamente después, sin dejarle abrir brecha, Muguruza recuperó la desventaja y desplegó una exhibición (90% de puntos ganados con primer saque, 84% de restos puestos en juego y 19 golpes ganadores) para atropellar a Bertens, quitándole tiempo en cada peloteo, arrinconándola con golpes impresionantes, desbordándola por pura fuerza, y mandarle un aviso a todas las otras que siguen de pie en Australia.
He vuelto.