Jelena Dokic (37 años, Croacia) vio como su vida daba un giro repentino después de que estallase la Guerra de los Balcanes en 1991. Tan solo dos años más tarde, sus padres decidieron abandonar su tierra para primero trasladarse a Serbia y más tarde asentarse en Australia.
Fue allí donde Jelena comenzó a despuntar en las actividades deportivas, pero además se le daba especialmente empuñar la raqueta. Fruto del auge del deporte australiano con motivo de los Juegos de la Commonwealth y al ser elegida Sídney como como sede de los JJOO del 2000, en Australia comenzaron a ofrecer importantes ayudas a los jóvenes deportistas.
Fue así como Tennis Australia reclutó a una jovencísima Jelena Dokic que en 1998, con 15 años, ya era la número uno del mundo en el ranking júnior, ganando incluso el US Open de la categoría. De ahí a plantar cara a la mismísima Martina Hingis en profesionales. Australia se frotaba las manos. Había nacido una estrella.
Sin embargo, una decisión lo cambió todo. En 2001, Damir Dokic decide hacer las maletas e irse de Australia, llegando en 2002 al puesto más alto del ranking de la WTA que ostentaría en su carrera. Jelena alcanzó el número 4 del mundo y durante su carrera llegó a amasar más de 4 millones de dólares en premios, pero las lesiones y otros problemas que salieron a la luz años más tarde le dejaron fuera de las pistas.
Damir, el 'diablo' en casa
Su padre era el que manejaba su carrera y sus decisiones marcaron la trayectoria de la tenista australiana. Pero también los hechos. Fue su testimonio el que verificó lo que muchos pensaron cuando, por ejemplo, golpeó a Jelena en el transcurso de un partido en Birmingham, hecho que le acarreó ser expulsado de la pista.
De Birmingham a Wimbledon, donde no solo consiguió pasar de la fase previa sino que logró una de sus victorias más importantes al superar a Hingis por 6-2 y 6-0. Pero el sueño de triunfar en el All England Club se truncó al perder contra Davenport... y eso le llevó al castigo. Su padre le prohibió la entrada al hotel para dormir y fue el juez árbitro del Grand Slam británico quien le permitió poder quedarse en el vestuario.
Un año después, otra vez en Wimbledon, Damir Dokic se presentó borracho en la pista donde jugaba su hija contra la española Gala León. Allí montó un lamentable espectáculo, dedicando cortes de mangas y diciendo mientras portaba la bandera de San Jorge: "Este es un país de fascistas. Solo lo van a salvar la democracia y la bandera".
Las autoridades se llevaron a Damir hasta comisaría y desde la organización del All England Club le prohibieron la entrada. Con la sombra de la sospecha sobre él, volvió a liarla en el US Open, dejando de pagar un plato de salmón e insultando al camarero que le pidió que abonase los 12,50 dólares que costaba dicha comida.
El triste show continuó cuando lanzo su credencia a la cara de un directivo de la WTA y un chorro de su botella de agua a la directora del Grand Slam norteamericano. Nueva entrada prohibida con Jelena Dokic abandonando aquel día las instalaciones entre lágrimas de frustración y vergüenza.
"Lo que duele mucho es que la gente en la escena del tenis, especialmente en Australia, hizo la vista gorda ante el abuso físico y emocional que sufrí. Desde mi infancia hasta mi adolescencia tardía, e incluso hasta los 20 años, cuando era obvio que recibía abuso constante, las personas se decían que no era su problema, y optaron por ignorarlo", relata la tenista australiana en su biografía.
Los abusos de su padre "básicamente empezaron desde el primer día que jugué al tenis", cuenta Jelena. "Desde ahí continuó y se salió de control", añade. Un maltrato que se remonta a cuando la tenista tenía tan solo 11 años y de ahí sin parar tanto física como psicológicamente hasta anularla como persona e incluso dejarla semi inconsciente en más de una ocasión.
Jelena Dokic revela en su biografía terribles pasajes como el siguiente: "Su golpe en la cabeza me hizo caer y, mientras estaba tendida en el suelo, comenzó a patearme. Me pateó cerca de la oreja y mi visión se volvió borrosa". "Mientras mejor jugaba, peor era la situación, yo no entendía nada", afirma.
"Se convirtió en algo rutinario, y cada vez a más. Los golpes ocurrieron casi a diario, pero también tuve problemas con el maltrato emocional. No solo hubo dolor físico sino también emocional, ese fue el que más me dolió...", confiesa Jelena, quien cree que su padre ni siquiera entiende "las cosas que ha hecho". "No creo que haya asumido la responsabilidad", asegura.
Suicidio, obesidad y resurrección
Fue en 2014 cuando Jelena Dokic se alejó de las pistas. Comenzó así otra dura batalla, en 2017 publicó su biografía 'Indestructible' y dio inicio a una eterna pelea... con la báscula. Procesos de ansiedad le hicieron subir de peso, algo que le provocó depresión al no reconocerse cuando se miraba al espejo, llegando a pesar 150 kilos.
No era la primera vez que los problemas psicológicos hacían mella en ella, una década antes tuvo pensamientos mucho más graves: "Pensé en terminar mi vida innumerables veces y casi me suicido hace poco más de diez años". Superado aquello, tuvo que enfrentarse a sí misma y poco a poco fue ganando terreno a la negatividad y a la báscula.
Igual que la comida se convirtió en un refugio durante años, el volver a sentirse y verse bien ganó terreno. Para conseguir su objetivo, las redes sociales fueron fundamentales. Hacer cómplices a sus seguidores del proceso y en tan solo 18 meses pasó de pesar 120 kilos a 67. 53 kilos de diferencia para recuperar una confianza que creía haber perdido.
"Creo que es importante no mostrar solo las imágenes bonitas en Instagram, que también las tengo; también hay que ser sinceros y enseñar de vez en cuando historias e imágenes no tan perfectas. Esta es la realidad de la vida. Todos tenemos historias duras, batallas y viajes, y estoy orgullosa de las mías", afirma Dokic.
"Esto es, lo primero, una batalla mental, y luego una física. Y es duro. La pelea para ser más sana y estar en forma empieza en la cabeza y es una lucha contra ti misma", relata tras haber superado sus problemas. Ahora piensa en volver a empuñar una raqueta.
No será para irrumpir nuevamente en el ranking de la WTA, aunque otra veterana como Kim Clijsters se ha aventurado en este objetivo, Jelena Dokic piensa en poder competir en dobles o incluso aunque solo sea en partidos de leyendas, pero sentirse tenista otra vez y sonreír en las pistas, algo que le negó su padre con sus abusos.