Rafa Nadal no solo es el mejor deportista español de la historia, si no que es uno de los mejores deportistas de la historia del deporte. El de Manacor siempre se ha caracterizado por su enorme capacidad física y por su mentalidad ganadora para no rendirse jamás. Sin embargo, su última confesión ha dejado al mundo del tenis sin palabras.
En el adelanto de una entrevista concedida para Movistar+ que se emitirá en #Vamos el 3 de julio a las 22:00 horas, el tenista español ha confesado que jugó la final de Wimbledon 2008 contra Roger Federer con el pie dormido. Así de impactante y de heroica suena la hazaña de Rafa, que no solo consistió en reinar en la hierba del All England Club.
El campeón de 19 grandes cuenta cómo fue ese torneo y lo duro que fue para él sobreponerse a ese grave problema que no le permitía ni tan siquiera apoyar el pie: "No lo he contado nunca, pero tuve que jugar con el pie dormido desde el comienzo del partido".
Nadal no solo llevaba a cuestas el sufrimiento de dos semanas de intenso tenis en su superficie menos propicia y tener delante al mejor tenista de la historia del torneo, si no que tuvo que lidiar con muchos problemas para coronarse campeón: "Los parones por la lluvia complicaron un poco todo el tema porque la anestesia tiene una duración y yo sin anestesia en aquel momento no podía jugar el partido".
Al calvario físico que sufría Rafa se le unía el mental de ver cómo pasaban las horas y el temor de que el efecto del medicamento se pasara era real: "Necesitaba la anestesia para jugar el partido porque no podía apoyar el pie". La situación del campeón era dramática, ya que podía estar ante un momento crítico en el que debatirse entre su salud o intentar levantar un título tan anhelado como Wimbledon.
"Tenía un problema en la planta del pie que no me dejaba apoyarlo". Esta era la situación real con la que Rafa había lidiado durante todo el torneo y a pesar de la cual estaba en la gran final: "No solo lo sufrí en aquel partido, si no que venía de varios partidos anteriores ya. Los días de entrenamientos prácticamente ni entrenaba porque no podía".
Nadal cuenta que aquella situación fue una auténtica psicosis no solo por el dolor, si no por la incertidumbre de no tener claro hasta cuando lo iba a poder soportar: "Tenía los nervios añadidos de hasta cuando iba a durar el efecto de la anestesia".
Una victoria épica
Con esa situación se plantó Nadal en uno de los partidos más exigentes de toda su carrera ante el rival más temido posible. El duelo, una auténtica oda al tenis, considerado como la mejor final de la historia, terminó prolongándose a casi 5 horas de juego y terminó cayendo del lado del manacorí por 6-4, 6-4, 6-7(5), 6-7(8), 9-7.
Con mucho sufrimiento y un auténtico vía crucis a sus espaldas, Nadal terminó consiguiendo su primer trofeo de Wimbledon, lo que le convertía en el segundo tenista español en ganarlo tras Manolo Santana, y en el primer tenista que se hacía con el doblete Roland Garros-Wimbledon en una misma temporada tras Bjorn Borg lo hiciera en 1980.
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