El tenis español ha atravesado en las últimas décadas los mejores momentos de toda su historia. Épocas donde la armada acostumbró a la afición a lo que no era normal, a ganar siempre, en todas las superficies, en todos los campeonatos, incluso por selecciones. Una etapa completamente mágica donde se ha visto a los tenistas nacionales triunfar en todo tipo de torneos alrededor del mundo y copar los primeros puestos del Ranking ATP. Ha sido un inicio de siglo XXI tan glorioso que ha provocado que nunca se valore en su justa medida.
Si alguien tiene culpa del éxito español ha sido, especialmente, Rafael Nadal Parera. El jugador de Manacor, uno de los mejores de historia y el auténtico rey de la tierra batida, ha malacostumbrado a la afición a ganar siempre, todas las temporadas durante muchísimos años. Tanto tiempo que verdaderamente se ha perdido el prisma con el que se medían los éxitos del deporte español. Nadal ha roto, o está rompiendo, el molde. Sin embargo, el fin de Rafa no parece muy lejano, por desgracia, y hay que pensar en el futuro.
Un futuro que parece oscuro, pero no solo por culpa del tenista balear. Sin Nadal, el presente y el pasado reciente del tenis español también habría sido maravilloso. Se hubiera disfrutado más de un guerrero como David Ferrer, de un sacador como Feliciano López, de un artista como Fernando Verdasco, de un seguro como Roberto Bautista y de líderes e históricos que les precedieron como Juan Carlos Ferrero o Carlos Moyá. Todos ellos, magníficos jugadores que han conseguido excelentes resultados, que han llegado a ser algunos números uno del Ranking ATP, a ganar Grand Slams y Master 1000 y que han traído triunfos en la Copa Davis.
Por todo ello es por lo que se afirma sin género de duda que se ha vivido la época más dorada del tenis español. Y eso, puede provocar que venga un vacío abismal, falto de estrellas, de héroes y de iconos que enganchen a la afición, que vuelvan a crear interés por el deporte de la raqueta y que peguen a la hinchada al televisor.
Faltan ídolos, por eso, el pueblo está esperando que surja esa nueva figura que lleve un vacío que ya se empieza a sentir, y quien sabe, quizás esa figura ya exista, ya esté en el circuito, y aunque sea tiempo, quizás con los años pueda llegar a materializarse. Desde aquí surge un nombre, el de Carlos Alcaraz, una nueva promesa, una esperanza en los nuevos tiempos del tenis español.
El heredero de Nadal
Cuando un joven tenista aparece es casi inevitable hablar de él como el nuevo Rafa Nadal. Es un pecado cumplido tantas veces que al final queda como el recurso más utilizado. Pero no solo surgen en el tenis, si no que es habitual que pase en cualquier deporte, comparar a los jóvenes que despuntan con los grandes líderes de su disciplina, especialmente si son líderes históricos.
Pero qué se le va a hacer, si en el fondo de lo que se trata es de ensalzar a grandes talentos capaces de hacer cosas excepcionales que otros no son capaces, duren lo que duren. Y algo así le sucede a Carlos Alcaraz, el que muchos ya apodan como el nuevo Rafa.
Y no lo afirman especialmente por el parecido en el juego o en el físico, si no por las grandes sensaciones que transmite a tan temprana edad, y porque se tienen verdaderas esperanzas en que pueda ser el nuevo líder de la armada española. En el aspecto tenístico no se parecen porque el propio Alcaraz ya tiene claramente definidos sus gustos, él prefiere verse como otro de los grandes de la historia, como Roger Federer, una comparación que le queda mucho más ajustada.
Sin embargo, lo que sí comparte con Rafa es la predilección por un torneo, por Roland Garros, trofeo con el que ya sueña y en el que le gustaría participar este mismo año. Ese es el sueño de Carlos y por él está peleando, haciendo méritos con la esperanza de que el tenis pueda regresar esta temporada y que el coronavirus no arruine la gira de tierra. Ya pudo participar en la edición del pasado año, pero en esta temporada se encuentra mucho más maduro y preparado, demostrando una calidad fuera de lugar para un chico de su edad y con una fortaleza mental que parece le harán llegar muy lejos.
2020 está siendo un año sensacional para Carlos, a pesar de lo difícil que se lo ha puesto. Antes del confinamiento consiguió logros y récords muy importantes, sin embargo, parece no haber acusado el parón, ya que ha vuelto triunfante y midiéndose a jugadores mucho mayores y con mejor ranking que él, planteándoles batalla hasta el final.
Alcaraz, a sus 17 años, se encuentra en el puesto 318 del ranking, una absoluta barbaridad para la edad que tiene. Un dato que refrenda su enorme estado de forma es que no hay ningún jugador menor de edad que se encuentre dentro delo Top500. Pues Carlos se encuentra ya en el Top350 y continúa con su ascenso imparable en lo que ya es una de las mayores apariciones en la historia reciente del tenis español.
El discípulo de Ferrero
Uno de los grandes ‘secretos’ del rendimiento y del nivel de Carlos Alcaraz reside en su formación. Evidentemente, el talento, el nivel físico, la mentalidad, todo lo que le hace marcar la diferencia viene de serie. Pero el hecho de que todo se pueda moldear y modelar para crear a un verdadero campeón llega gracias a una formación atenta y cuidada desde muy pequeño. Y esa enseñanza tiene un nombre propio, Juan Carlos Ferrero Donat.
El mítico tenista español tiene una academia en la que ha crecido Carlos Alcaraz. La Juan Carlos Ferrero - Equelite Sport Academy es la segunda casa de la perla del tenis español, o su primera casa deportiva, porque en ella está modelando el que puede ser el nuevo talento de la raqueta, llamado a conseguir grandes hitos y a relevar a todos los grandes tenistas que han marcado una era de ensueño.
Además, por estar en una academia de élite mundial fuera poco, Carlos Alcaraz cuenta con los servicios del exnúmero uno a su entera disposición, porque ya es su entrenador. Contar con una leyenda de la talla de Juan Carlos Ferrero para guiarle en los primeros pasos de su carrera es un privilegio impagable.
Uno de los grandes de la era moderna, perfecto conocedor de la tierra batida y que puede guiar a Alcaraz en su sueño de realizar un buen Roland Garros y, por qué no, soñar pronto con algún título. Ferrero no solo conoce el tenis a primer nivel, si no que ha saboreado las mieles del éxito, de las cotas más altas del circuito y de lo que supone la presión y la tensión de tener que ganar siempre y de jugar con la máxima exigencia que tiene la élite.
Ferrero ha sido una estrella del tenis español y puede guiar perfectamente la carrera del que podría ser uno de los próximos líderes de nuestro deporte. De esta forma se explica también el enorme crecimiento que ha tenido en los últimos meses en los que ha experimentado un salto exponencial que hacen aumentar, todavía más, las expectativas y las esperanzas que se empiezan a depositar en él.
Además de perfeccionar su juego y crecer dentro de la pista, ya que no hay que olvidar que tan solo tiene 17 años, al lado de Juan Carlos Ferrero Carlos Alcaraz podrá modelar su mentalidad, hacerse un jugador fuerte y resistente a los malos momentos, además de llevar los buenos con honestidad y humildad, para no perder nunca la referencia y la realidad, ya que para un joven con tanto talento, perder la perspectiva y no mantener los pies en el suelo también pueden ser uno de sus mayores peligros. Sin embargo, con una enseñanza como la recibida en la Ferrero Academy, Alcazar debería desarrollar también una mentalidad de campeón.
Su 2020 antes de la pandemia
El parón por el coronavirus llegó en un pésimo momento para Carlos Alcaraz porque se estaba encontrando en un punto de forma fantástico. Su rendimiento estaba siendo excelente, capaz de participar en grandes torneos y conseguir resultados de mucho nivel, lo que estaba provocando que su confianza y su rendimiento fueran in crescendo. Alcaraz tenía decidido que este 2020 iba a ser su año, y con esa intención lo empezó, arra
sando en los torneos de su nivel y siendo protagonista en grandes eventos, lo que comenzó a despertar el interés de todos los aficionados al tenis, pasando de ser un desconocido a ser tenido en cuenta como uno de los talentos más precoces que se recuerdan.
Era el mes de febrero cuando Carlos Alcaraz ya se había planteado hacer historia, y por eso visitó Brasil y Río de Janeiro. Allí participó en su primer torneo de ATP 500 del circuito profesional, todo un rato a sus, por aquel entonces, 16 años. Sin embargo, lejos de ponerse nervioso y sentirse superado por el escenario, por el rival o por la situación, Alcaraz dio una auténtica exhibición de talento y fortaleza, dejando a todos con la boca abierta después de su fulgurante puesta en escena.
En su primera participación en un torneo y en un partido de este calado, un Alcaraz de 16 años vencía al número 41 del circuito profesional, al jugador español Albert Ramos. Aquel día, Carlos comenzó venciendo el primer set por 7-6 en lo que supuso una épica batalla tanto física como mental, una prueba de altos vuelos para un tenista de tan corta edad.
La lucha le pasó algo de factura al joven jugador, que sucumbió en el segundo por 6-4. Cuando todo hacía indicar que los nervios y el esfuerzo de un partido tan exigente harían que el chico se desinflara, dio un golpe de mando y sorprendió al mundo volviéndose a vestir de héroe para imponerse de nuevo en la muerte súbita.
Increíble, pero cierto. Carlos Alcaraz se llevó aquella vibrante batalla cuando más difícil lo tenía, igualando así un récord de Rafa Nadal, que también ganó en su primer partido en un ATP 500 a un rival por debajo del Top100, en aquella ocasión fue a Ramón Delgado. Carlos se llevó una batalla épica de más de tres horas dando una alegría a su gente y a su entrenador, Juan Carlos Ferrero, cuando por aquel entonces solo ocupaba el puesto número 404 del mundo.
Tras aquel triunfo llegó la desilusión de no haber podido debutar en un Master 1000, ya que iba a disputar la primera ronda del torneo de Indian Wells, pero la pandemia le obligó a aplazar ese sueño, algo similar de lo que le ha sucedido en esta ocasión, cuando la suspensión del Master 1000 de Madrid le ha cerrado otra la puerta de otra gran plaza en la que lucirse.
Un crecimiento imparable
Carlos Alcaraz tenía un plan en mente, que este 2020 fuera el año de su despegue definitivo. El año que marca un antes y un después en su carrera, el año en el que se convertiría en un jugador peligroso y muy a tener en cuenta, pero para un futuro reciente. Hacerse mayor a base de resultados y que todo el mundo supiese de él, tanto los aficionados más expertos al tenis como aquellos que siguen el deporte de una forma pasiva y distanciada.
Sin embargo, Carlos no contaba, como ninguno evidentemente, con el estallido de una pandemia mundial que se llevase por delante el tenis, el deporte y la vida tal y como la conocíamos. O, mejor dicho, quien no contaba con el ciclón Carlos Alcaraz era este maldito virus que ha traído la desgracia y el miedo a este mundo en cantidades siderales, porque el murciano se ha propuesto rendir a su máximo nivel pase lo que pase, llevando a cabo ese crecimiento exponencial con el que había soñado desde principios de año. Por ello, se ha preparado a conciencia, para demostrar que su nivel no se ha resentido con el parón y que sigue siendo esa joven promesa llamada a ser una realidad muy poderosa en el circuito.
Alcaraz volvió a lo grande en el Torneo de la Liga Mapfre Valor donde disputó cinco partidos, obteniendo cinco victorias y todo ello en tan solo cinco días. Una auténtica pasada para volver después de más de cuatro meses sin competir y ante rivales de más edad y más experiencia, pero que no están tocados por una varita como lo está él, capaz de hacer magia en la pista cada vez que se lo propone.
Después de eso, Carlos decidió participar en el Torneo Conmemorativo del 25º aniversario de la Academia Equelite Juan Carlos Ferrero, donde dejó sus mayores exhibiciones hasta el momento. En este evento participaron tenistas de talla mundial, con rankings por debajo del Top100 y del Top50, por lo que en teoría deberían de ser inalcanzables para él.
La falta de torneos en el circuito y la necesidad de los jugadores de probarse en competición hizo que el nivel fuese muy alto. Sin embargo, lejos de amilanarse, Alcaraz consiguió llegar hasta la final dejando por el camino a favoritos como Alex De Miñaur, actual número 26 del mundo y mejor tenista australiano del momento en tres sets por 6-3, 2-6 y 6-4.
Sin embargo, su hazaña no se queda ahí, ya que antes había conseguido levantar un rosco al portugués Joao Sousa al que doblegó por un resultado de 0-6, 7-6 (3) y 6-3. Una auténtica máquina con tan solo 17 años que se está comiendo el mundo del tenis a pasos agigantados. En la final del torneo sucumbió ante un rival de la talla de Pablo Carreño por 6-1 y 6-4.
Este es el presente de Carlos Alcaraz, un tenista que, como él mismo afirma, no quiere compararse con Rafa Nadal porque es su ídolo. Carlos quiere marcar su propio camino, sin presión añadida ni responsabilidades que no le competen, si no las propias que le marque su talento cuando, si todo avanece como parece, se codee con los mejores tenistas del mundo. Todos esperamos, por su bien y por el del deporte español, que Alcaraz consiga ser el heredero de Rafa Nadal y de tantos otros, pero que lo haga marcando su ritmo, incluso pareciéndose a Roger Federer si lo prefiere, pero que sea soñando con Roland Garros.
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