Al límite, en un quinto set frenético que terminó después de una la una de la madrugada de Nueva York, Pablo Carreño cerró su clasificación para jugar las semifinales del US Open por segunda vez en su carrera, regresando a esa ronda por primera vez desde la temporada 2017, cuando cayó ante Kevin Anderson: tras 4h08m, el español tumbó 3-6, 7-6, 7-6, 0-6, 6-3 a Denis Shapovalov y se citó con Alexander Zverev (1-6, 7-6, 7-6, 6-3 al croata Coric) por una plaza en la final del Grand Slam estadounidense. Fue otra demostración competitiva de Carreño para espantar fantasmas, si es que todavía quedaba alguno: aquí hay un tenista como la copa de un pino.
“Estoy destruido, pero muy contento”, acertó a decir el español. “Es una sensación increíble poder estar otra vez en semifinales. El partido ha sido muy bueno, lo he dado todo. El nivel de juego ha sido muy alto por parte de ambos, y al final se ha decidido en el quinto set”, añadió. “He tenido rachas de juego muy buenas, pero cuando no he podido hacerlo tan bien, porque él no me ha dejado, he sabido aguantar mentalmente”, siguió. “Es muy importante volver a las semifinales del US Open. Fue increíble cuando llegué a los cuartos de final de Roland Garros en 2017. Luego hice semifinales aquí, y fue increíble también”, recordó el número 27 mundial. “Si puedo repetirlo, si vuelvo a estar en semifinales es porque tengo el nivel. Por eso es muy importante para mí, para mi confianza y para seguir trabajando muy duro”.
Carreño jugó con nervios el primer set. Tan consciente como Shapovalov de la oportunidad que ofrece el US Open tras la descalificación de Novak Djokovic, el español necesitó un rato para sacudirse la presión en el arranque. Así, y pese a comenzar con un break (1-0) que no pudo confirmar (1-1), Carreño vio cómo el canadiense gestionaba mejor ese inicio del partido para darle un mordisco al marcador y ponerse por delante haciéndose con la primera manga a lomos de un tenis en tromba.
Inspirado con su revés a una mano, un tiro para enamorarse, Shapovalov se lanzó a por la victoria a tumba abierta, sin medianías de ninguna clase (terminó el cruce con 70 subidas a la red y 76 golpes ganadores, por 76 errores no forzados). Se encontró, sin embargo, con la madurez de un rival (29 años, el mayor de todos los cuartofinalistas) que ha vivido bastantes cosas en el circuito, las suficientes para saber cómo meterle mano a una situación así, tan delicada y compleja.
Dos fases clave del encuentro radiografiaron el triunfo del español, mayúsculo en forma y fondo: los desempates del segundo y tercer set, ambos gestionados con temple y valentía en momentos muy peligrosos, y la cabeza dura que demostró para reponerse en el quinto parcial tras encajar un 0-6 en el cuarto y ser atendido por problemas en su espalda. Lo que posiblemente había supuesto un KO para cualquier otro, fue una motivación para el español.
“Siempre estás nervioso”, confesó Carreño. “Es un quinto set. Estás jugando para meterte en semifinales, pero me sentía cómodo en la pista. He disfrutado del momento. No es fácil jugar este tipo de partidos porque ha sido una batalla. Para mí es muy importante haber ganado este partido porque Denis es un jugador increíble”.
“Es un momento difícil”, aseguró el canadiense. “Tuve muchas posibilidades de ganar. Estoy muy frustrado ahora mismo. Difícil mirar los aspectos positivos. “No esperaba que volviera a la vida así, especialmente después del tiempo médico”, continuó Shapovalov. “Parecía muerto en el cuarto. Es un poco impactante. Tuve mala suerte en los desempates. Él jugó realmente sólido, fue a por ello. Todo el mérito. Ha jugado un gran partido”.
Bien entrada la madrugada, el español se fue a dormir saboreando un poco de tranquilidad antes de lo que le espera desde que abra los ojos al día siguiente. Como los demás, Carreño está ante la oportunidad de su vida en US Open que coronará el próximo domingo a un nuevo campeón de Grand Slam.