David Ferrer habló por última vez con Alexander Zverev el jueves por la tarde, y no lo hará más antes de las semifinales del US Open que este viernes miden al alemán con Pablo Carreño (1-0 en el cara a cara). El ex número tres mundial, entrenador de Sascha desde el pasado mes de julio, se enfrenta a una situación bien extraña. Trabaja con Zverev y quiere que consiga el pase a la final, pero le tiene un gran cariño a Carreño, con el que ha compartido muchos años en el vestuario y bastantes horas de entrenamientos, y al que sigue unido en la actualidad por el mismo agente (Albert Molina). En consecuencia, Ferrer es técnico y amigo a la vez, pero eso no cambia su deseo principal: que Zverev se clasifique para jugar el próximo domingo su primer partido decisivo en un grande.
“A Pablo le conozco desde siempre, cuando era pequeño ya venía a Valencia a entrenar conmigo”, cuenta el español a este periódico desde su casa de Jávea. “Me alegro mucho de que esté en semifinales. Siempre estás contento cuando a la buena gente le pasan cosas así”, añade Ferrer. "Lógicamente, voy con mi jugador porque soy un profesional que está trabajando, pero siempre digo lo mismo: los que juegan son ellos, gana el jugador, el que está dentro de pista. Nosotros podemos hacer que el estado de ánimo sea lo mejor posible, pero le doy mucho valor al jugador, más que al entrenador”.
El jueves por la mañana de España, madrugada de Nueva York, Ferrer le envió un WhatsApp a Carreño para felicitarle por la victoria ante Denis Shapovalov que le abrió las puertas de las semifinales. Luego, llamó a Molina, su mano derecha y el mánager que comparte con el gijonés desde hace casi una década, para hacer exactamente lo mismo.
“Albert, vaya partido nos espera, ¿eh?”, le dijo Ferrer a su agente entre risas. “Dentro de lo que cabe”, le respondió Molina, “piensa que podría ser peor si estuviéramos los dos en la pista. Tú sentado en un banquillo y yo en el otro. Esta vez será un virtual, pero nos cuando nos toque en directo… verte en la grada y estar animando a la parte contraria me parecerá un poco raro”.
Después de retirarse en mayo del año pasado, y tras una carrera exitosa y desgastante, Ferrer se dedicó a su familia, apartando cualquier distracción de su camino, incluyendo todas las ofertas que recibió para convertirse en entrenador. Una de esas llevó la firma de Zverev, que tanteó personalmente al alicantino para ver si estaría dispuesto a unirse a su equipo técnico. Tras la primera negativa, el alemán lo intentó otra vez y se encontró con la misma respuesta. Entonces, probó suerte con una tercera ocasión, y a Ferrer no le quedó más remedio que aceptar viajar a Montecarlo para entrenar dos semanas en el tenista.
De esos días nació el compromiso para 2020, un año que verá al alicantino regresar al circuito para viajar con Zverev a cinco o seis torneos (empezando por la próxima gira de tierra batida europea). En Nueva York, Sascha se juega el asalto a su primer Grand Slam con la base que ambos construyeron en Mónaco y con los consejos que su técnico le ha ido dando durante todo el torneo desde Jávea. Con Carreño, claro, tiene ventaja: para Ferrer es pan comido analizar al contrario del alemán en semifinales.