“Es el mayor objetivo y el mayor sueño que he tenido en mi carrera deportiva durante años, desde el momento en el que me di cuenta que quizás podría lograrlo algún día, sobre todo desde que jugué mi primera final en Roland Garros en 2018”.
Dominic Thiem habla claro del objetivo que buscará este domingo después de haber fracasado en sus tres intentos anteriores: convertirse en campeón de Grand Slam. Tras caer en las finales previas (Roland Garros 2018 y 2019, Abierto de Australia 2020), el austríaco asalta en Nueva York el título ante Alexander Zverev (7-2 en el cara a cara) con la tranquilidad de no tener al otro lado a ninguno de los dos rivales que le han frenado hasta ahora (Rafael Nadal ambas veces en París, Novak Djokovic en Melbourne) y con la satisfacción de haberse levantado del golpe que sufrió a principios de año en las Antípodas para volver a pelear por la copa en Flushing Meadows.
“Fue complicado digerir la derrota en Australia al haber estado tan cerca”, reconoció el austríaco, que perdió el partido decisivo ante Djokovic en cinco mangas. “Me alegro de haberme dado otra oportunidad en un período corto de tiempo. El domingo tendré presión, pero al mismo tiempo intento no pensar mucho en ello. Si no lo consigo, continuaré trabajando y quizás tenga la ocasión en otro Grand Slam, pero la oportunidad es ahora. Lo intentaré todo para lograrlo”.
A los 27 años, Thiem está en el mejor momento de su carrera. Después de arrancarse las etiquetas de tenista de tierra batida que le habían colocado, demostrando que más allá de la arcilla tiene armas para hacer mucho daño, el número tres mundial ha llegado a la final deshaciéndose de sus rivales a tortazo limpio, cediendo un solo set (ante Marin Cilic en la tercera ronda) y ganándose por méritos propios ser el favorito cuando este domingo arranque la pelea por el título.
“Desde el momento en el que Novak [Djokovic] quedó fuera del torneo, estaba claro que habría un nuevo campeón de Grand Slam. Desde ese momento, eso también desapareció de mi mente”, aseguró Thiem. “Me concentré en los jugadores que permanecían en el cuadro. Ahora queda Sascha. Estoy centrando plenamente en él y afrontaré este partido como el resto de los que he disputado en el torneo”.
“Jugamos una epopeya en Australia”, le siguió Zverev, recordando el último partido entre ambos, que ganó Thiem hace unos meses en las semifinales del primer grande del año. “Todavía queda un paso más por dar, y creo que va a ser extremadamente difícil. Va a haber un nuevo campeón de Grand Slam, pero también será un partido muy difícil. Uno de nosotros estará sosteniendo este trofeo. Tengo una oportunidad, pero Thiem también”.
Antes del gran día, solo hay una cosa clara: la final del US Open coronará al primer campeón de Grand Slam nacido en la década de los 90. Llegará en condiciones extraordinarias (con Roger Federer lesionado, Rafael Nadal ausente por la pandemia de covid-19 y tras la descalificación de Novak Djokovic por darle un pelotazo a una juez de línea), pero llegará. Y ya era hora.