“Estoy donde habíamos planeado”.
Más de seis meses después, Rafael Nadal volvió a sentarse frente a los periodistas, de forma virtual, y lanzó esa frase antes de debutar en el Masters 1000 de Roma, su primer torneo después de la suspensión del circuito como consecuencia de la pandemia de covid-19. El español, que tomó la decisión de no viajar a Estados Unidos, renunciando a Cincinnati y al US Open, llega a la gira de tierra batida falto de ritmo de competición, algo que no le ocurre a la mayoría de sus rivales, pero reafirmándose en haber hecho lo correcto. Antes de estrenarse, y en palabras de Nadal, todo va según lo previsto.
“Cuando tomas una decisión, tienes que ir con ella hasta el final”, se arrancó el campeón de 19 torneos de Grand Slam. “Estoy más o menos bien. Estas últimas semanas me he ido sintiendo un poco mejor cada día. Es cierto que son muchos meses sin jugar, que luego llega la competición y es otra cosa. Tendré que ser paciente, tener calma y buscar el control de las emociones. Los automatismos se pierden después de tanto tiempo sin jugar, y no se recuperan tan fácil”, añadió el tenista. “La mayoría de los jugadores vienen con partidos encima. Yo decidí otra hoja de ruta y aquí estoy. Estoy donde habíamos planeado y con unas sensaciones positivas que se tienen que trasladar a la competición”.
Nadal parte con una desventaja clara: la partida empezó hace casi un mes para la mayoría en Washington, siguió en Cincinnati, en el US Open y en Kitzbühel. El mallorquín llega a Roma prácticamente desde la casilla de salida, sin jugar un partido desde el pasado 29 de febrero, cuando le ganó la final de Acapulco a Taylor Fritz. Eso, ineviatablemente, tiene que notarse.
“He llegado con mucho tiempo para intentar hacer los entrenamientos adecuados, y eso es lo que estoy haciendo”, explicó el español, que viajó a Roma el pasado miércoles, preparándose desde entonces con Casper Ruud, Kevin Anderson, Gael Monfils, Jannik Sinner o Matteo Berrettini. “Estoy bien, con ilusión de volver a lo que es una parte importante de mi vida. He intentado entrenar lo mejor que he podido hasta el día de hoy. Ha ido bien la semana, pero competir es otra historia, y más cuando llevo tantos meses sin hacerlo”, recordó Nadal. “No haber jugado el US Open me da una pequeña desventaja con la mayoría, pero confío en estar bien, competitivo. Veremos qué pasa el primer día contra Pablo [Carreño]. Es un buen test para mí, me apetece jugarlo”.
Así vuelve Nadal a la competición, pensando en Carreño (5-0 en el cara a cara, el gijonés debutará sin margen de adaptación tras llegar de disputar las semifinales en el US Open el pasado viernes) y mirando de reojo a Roland Garros (desde el próximo 28 de septiembre), el gran objetivo de este 2020.
“Estoy feliz de volver a la competición sin grandes expectativas”, aseguró el número dos del mundo. “Las expectativas que tengo son ir a la pista y tratar de sentirme competitivo. Ese es el primer objetivo. Ir a la pista, sentirme competitivo y luego ya veré cómo me siento y qué tipo de metas puedo buscar. A ver si consigo tener buenas sensaciones tras tanto tiempo”.
“Obviamente”, dijo Novak Djokovic, que jugará en Roma tras el pelotazo que le costó la descalificación en octavos del US Open, “Rafa decidió quedarse en tierra batida y entrenar. Seguramente eso le da más ventaja, pero incluso si no practica durante mucho tiempo en arcilla, seguiría siendo el principal favorito en Roland Garros o en cualquier otro torneo de tierra porque es Rafa”.
Solo el tiempo dirá si el número uno mundial tiene razón o... está equivocado.