¿Cuánto pesan 200 días sin jugar un partido de competición? No mucho para Rafael Nadal. El español, que durante toda su carrera se ha labrado una merecida fama de experto en reapariciones tras volver en innumerables ocasiones de distintas lesiones, regresó este miércoles a la competición en el Masters 1000 de Roma por primera vez desde que el circuito se suspendió como consecuencia de la pandemia de covid-19. Lo hizo derrotando a Pablo Carreño (6-1, 6-1) en un partido de una sola dirección, coronado sin curvas y con una tremenda exhibición de poder. Fue algo sorprendente. El gijonés venía lanzado tras llegar a las semifinales del US Open hace unos días y posiblemente esperaba aprovecharse de la falta de ritmo del campeón de 19 grandes, explotar todo el óxido que su contario debería haber tenido acumulado desde marzo, pero ocurrió exactamente lo contrario: cualquiera podría pensar que Nadal llevaba varios meses ganando sin parar. [Narración y estadísticas]
“Sinceramente, ha sido un partido fantástico”, dijo Nadal tras el triunfo. “No puedo pedir más de lo que he hecho hoy. Ha sido una vuelta muy positiva. He jugado un encuentro muy sólido, muy serio y haciendo bien muchas cosas”, añadió el tenista, que solo en una ocasión había estado más tiempo alejado de las pistas (entre 2012 y 2013 por una rotura parcial del tendón rotuliano izquierdo y una hoffitis). “Como es lógico, hay aspectos que puedo seguir mejorando. Por ejemplo, ahora tengo que pensar algunas cosas que antes eran automáticas, pero la única forma de hacerlo es pasando horas en competición”, siguió. “Empezar así ha sido una buena inyección de energía positiva”.
El mallorquín comenzó con nervios y un poquito desajustado, pero lo arregló muy pronto. En su primer juego del partido, Nadal se enfrentó a una bola de break después de tres errores seguidos (dos reveses fallados y una doble falta). Esa situación de peligro quedó en un anécdota: de un arranque peleado (dos juegos en 15 minutos) irrumpió el número dos con una confianza espectacular que se llevó por delante a su rival. Carreño cedió su primer saque del cruce (1-3) tras luchar un poco, tratando de resistirse, pero el segundo (1-5) se lo entregó al mallorquín envuelto con un lacito.
La diferencia entre ambos rivales se hizo más pronunciada en la segunda manga, resultado de las buenas sensaciones de Nadal y de la crisis de juego de Carreño, visiblemente cansado tras viajar el sábado desde Nueva York y adaptarse contrarreloj al cambio de hora (seis horas menos) y de superficie (de pista dura a tierra batida). Viendo que para ganarle un punto al balear tenía que hacer un milagro, enfrentándose a un rival sin agujeros, el número 18 mundial se entregó a lo inevitable: una victoria sin oposición de Nadal.
Bien asentado sobre la tierra, una superficie exigente con los automatismos, el balear lo hizo casi todo bien: se movió con inteligencia para darle protagonistmo a su drive, rápidamente encontró las posiciones que más le gustan al resto, se deslizó sin problemas para llegar a pelotas más complicadas y midió bien los momentos para atacar o defender. Fue algo que también resultó muy llamativo: el mallorquín llevaba 465 días sin jugar en arcilla, desde que ganó Roland Garros en 2019.
Eso, sumado a los seis meses de inactividad, subrayaron una vez más lo que ya se sabe: que Nadal es un animal competitivo como pocos ha visto la historia del deporte.