Sloane Stephens. Coco Gauff. Johanna Konta. Victoria Azarenka. Y… Simona Halep. Hasta aquí ha llegado la aventura de Garbiñe Muguruza en el Premier 5 de Roma. El domingo, la rumana venció a la española en semifinales (6-3, 4-6, 6-4) y puso fin al buen torneo de su rival en el Foro Itálico, citándose así con la ganadora del Karolina Pliskova-Marketa Vondrousova por el título de campeona. Garbiñe, en cualquier caso, cayó con honores: lesionada en su muslo izquierdo, con evidentes dificultades para sacar y moverse, forzó el tercer set ganando cuatro juegos seguidos cuando lo tenía todo perdido (3-6, 2-4) y opuso una resistencia que debería dejarle buen sabor de boca, pese a la derrota.
“No me sentía tan bien como me habría gustado para jugar ante este tipo de rival”, reconoció Muguruza. “A pesar de no estar en mi mejor momento, me voy muy contenta con mi partido y con mi espíritu de lucha. Hoy físicamente he estado lejos de mi mejor nivel, y aún así la he levado al límite. He sentido que he estado cerca”, prosiguió la española. “He notado molestias al principio del partido. Eso es duro porque sabes que te espera un encuentro largo y desde el inicio ya sientes que tu cuerpo no está contigo. Me habría gustado llegar más fresca a las semifinales, pero me marcho satisfecha”.
Con algunos aficionados en la grada, después de que los organizadores permitieran la entrada de público para los últimos dos días de torneo (1000 espectadores como máximo), Halep construyó un partido sin fisuras. Con una velocidad de piernas extraordinaria, desplazamientos a toda pastilla, la rumana abarcó todos los rincones de la pista, neutralizando constantemente los ataques de Muguruza. Como siempre, la número dos mundial no asaltó los peloteos a palo limpio, un estilo de juego que le queda muy lejos, pero le exigió un peaje físico altísimo a la española, planteando una batalla agotadora, puro desgaste físico y mental.
Regular como un metrónomo, Halep encontró respuestas certeras cada vez que Muguruza intentó desbordarla por la fuerza. Para tratar de llegar a la final, la española buscó rehuir de los peloteos, propiedad de su rival, y persiguió las líneas con el cuchillo entre los dientes. Ese estilo, el habitual de Garbiñe, alcanzó un nuevo nivel de agresividad cuando la española pidió ser atendida por el fisioterapeuta tras perder el primer parcial, y acabó con un aparatoso vendaje en el muslo izquierdo.
Limitada a a hora de poner la pelota en juego con su servicio y también para correr, Muguruza tomó la decisión de apostarlo todo a cara o cruz. Así remontó cuando estaba con el agua al cuello (3-6, 2-4) para hacerse con la segunda manga ganando cuatro juegos consecutivos (de ese 2-4 a 6-4). Así se dio una última oportunidad en el tercer parcial después de encajar un 0-4 de entrada (llegó a sacar para poner el 5-5). Y así se despidió frente a una contraría granítica e inabordable. Demasiado para una Garbiñe interesante, con una actitud irreprochable.