El tenis, al igual que el resto de grandes deportes de élite, se ha visto afectado por el coronavirus. Las organizaciones han tenido que innovar, en algunos casos instaurando estrictos protocolos sanitarios para evitar cualquier posible contagio y, otros, con medidas menos firmes para poder acometer sus respectivos torneos. En el peor de los casos, y como sucedió en el Mutua Madrid Open, se optó por la suspensión definitiva a petición de las autoridades públicas.
Roland Garros no corrió la misma -mala- suerte que el torneo madrileño y, después de cambiar la fecha habitual, inició este final de septiembre una nueva edición. En el cuadro aparecen jugadores de talla mundial como Rafa Nadal o Djokovic, que no han querido perderse uno de los torneos más importantes del circuito. Sin embargo, pese a contar con la presencia de los grandes, el Grand Slam galo ha estado rodeado de críticas desde el primer momento.
Y es que la organización no ha conseguido adaptar su torneo a la atmósfera de la pandemia. Bien en aspectos técnicos como los de las pistas o las bolas a utilizar durante los encuentros, o en ámbitos puramente sanitarios como el de los protocolos para detectar los contagios por la Covid-19, Roland Garros está tratando de reducir el impacto de las numerosas declaraciones que se han producido.
Si a eso se le suma la obligación de que los tenistas convivan en una especie de burbuja durante su estancia en el torneo, el grado de tensión es mucho más alto que en otras ocasiones. Los tenistas españoles han hecho público su malestar con determinados aspectos de Roland Garros, pero no son los únicos y las referencias a la mala gestión se han extendido en el circuito.
Dudas con los tests
El protocolo sanitarios es una de las claves en esta nueva normalidad deportiva. Todos los organizadores, de cualquier deporte, están obligados a aplicar una serie de medidas para intentar reducir al máximo el riesgo de contagio. Y esto pasa, si se quiere obtener un resultado fiable y efectivo, por la realización de tests y pruebas de detección a todos los deportistas.
En el caso de Roland Garros este tema ha abierto un gran debate. Y todo gracias a la denuncia pública realizada por Fernando Verdasco, un tenista con experiencia en la ATP y cuyo nombre no pasa desapercibido como otros posibles. El español no podrá disputar esta edición del torneo parisino y pedirá una inmenización a la organización por negarle la opción de participar sin razones fundamentadas. Roland Garros le expulsó por un positivo de la Covid-19, pero Verdasco demostró que fue un error.
Las declaraciones del madrileño de 36 años han puesto en entredicho la fiabilidad de las pruebas que realiza Roland Garros. Según su propio relato, él ya pasó la Covid-19 en agosto y posteriormente, para disputar torneos como el de Hamburgo o Roma, se sometió a nuevas pruebas que confirmaron su negativo. Una situación que cambió en París.
Verdasco dio positivo al llegar a la ciudad francesa y la organización le borró del cuadro directamente. Es ahí donde nace el ataque del tenista: no le permitieron realizarse más pruebas y, cuando él lo hizo por su propia cuenta, rechazaron sus resultados. Días después cambiaron la norma para aceptar segundos resultados. "Cuando volví a España di negativo en dos pruebas, me hicieron el procedimiento francés y volvió a dar negativo". Una experiencia que el mismo Verdasco ha desvelado que le sucedió a otro tenista español y que se ha situado como uno de los debates en torno a Roland Garros.
Críticas a la pista
La pista o las bolas que se están empleando durante esta edición son otros dos focos de conflicto de Roland Garros. Grandes nombres del circuito como Rafael Nadal no han dudado en poner en duda la calidad de las bolas y otros, en pleno partido, criticaron el estado de la pista de tierra batida.
El tenista español, uno de los aspirantes al título del Grand Slam, no tuvo reparos en señalar las complicaciones que iban a surgir por las bolas empleadas. "De todas las veces que lo he jugado, es el que tiene las condiciones más negativas", llegó a asegurar el balear. Nadal subrayó que "la salud de los deportistas es importante" y definió la bola de Roland Garros como "una piedra".
Djokovic también confirmó las sensaciones de Nadal: "Estoy de acuerdo con que son pesadas". Este, sin embargo, justificó que podía deberse a jugar "casi en octubre" y con "mucho frío". Daniel Evans, otro de los participantes, siguió la misma línea: "No se las daría a un perro para que las mastique".
En resumen, la organización no ha sido capaz de adaptarse a las condiciones meteorológicas sin modificar los habitos de los tenistas, acostumbrados a un peso determinado en las bolas y a unas condiciones en la pista de tierra batida. El hecho de jugar a finales de septiembre, con temperaturas cercanas a los diez grados y con una sensación de frío molesta para la mayoría, está pasando factura.
Feliciano López, que ha sido otro de los críticos, estalló en pleno encuentro y molesto con la humedad del suelo no se cortó. La definió como una "mierda de pista" y un "barrizal". Y Djokovic, al igual que en el tema de las bolas, también subrayó que la tierra parisina se notaba "pesada y húmeda". Algo que ha cambiado por completo las características que convertían la tierra batida en el torneo perfecto para determinados jugadores.
Tensión en la burbuja
A todas las críticas por temas sanitarios y técnicos se suman las que genera vivir en una burbuja durante varios días o semanas. Y es que el hecho de encerrar a los deportistas, reduciendo al máximo sus movimientos para evitar cualquier contagio por la Covid-19, acaba pasando factura a todos los implicados. La crispación es mayor, las dificultades para rendir al mejor nivel también y las polémicas se generan con amplia facilidad.
Previamente a jugar Roland Garros, otra española como Garbiñe Muguruza reconoció que "la burbuja desgasta". Por ello, en la organización parisina han intentado desmarcarse del término de "burbuja", aunque de facto funciona igual: limitación de movimientos y contactos para huir del coronavirus.
Frente al aprobado general que suscitó el aislamiento establecido en Nueva York, las condiciones den Francia han sido diferentes. Pospisil, que además es miembro del nuevo sindicato de tenistas creado por Djokovic conocido como PTPA, dejó claro que la burbuja parisina "no es buena". El canadiense señaló que no tienen "nada" y defendió que su postura "es compartida por el resto" de tenistas.
Sin capacidad de moverse, y con la inexistencia de instalaciones de entretenimiento como las creadas en Nueva York, la desconexión es nula en París. De la tensión en la pista a la crispación de la burbuja en un Roland Garros que parece haber perdido su histórica magia.
[Más información - Nadal avanza sin oposición en Roland Garros: paliza a un débil McDonald]