La pandemia provocada por el coronavirus se ha llevado consigo cosas muy importantes. Muchas de ellas, de un incalculable valor, sin olvidar por supuesto las decenas de miles de vidas que se han ido por causa de este mal que atormenta a la sociedad y que está convirtiendo el 2020 en uno de los peores años que se recuerdan.
El deporte no ha sido ajeno a la barbarie que se ha vivido y que ha amenazado a todos por igual, sin distinguir su clase social, su raza, su religión o su profesión. Por ello, también el deporte y los deportistas han sufrido sobremanera el azote de la Covid-19 que ya amenaza con amargar también el 2021.
Es precisamente en el deporte donde se encuentra un sector que en particular no ha sabido adaptarse bien a esta nueva vida que toca vivir. Se trata, como no, del tenis, uno de los deportes más castigados por la ausencia de torneos, de público, por lo que tardó en reiniciarse la temporada de alto nivel y porque ha tenido pérdidas de un simbolismo y de un valor, como se mencionaba antes, incalculable.
Sin hacer comparaciones de ningún tipo, un 2020 sin Wimbledon ha sido casi como un 2020 sin tenis. El deporte de la raqueta ha perdido a su torneo más prestigioso y más importante. Ninguna otra disciplina ha visto como su gran torneo o competición decía adiós a la temporada, salvo los Juegos Olímpicos, reunión de todas las disciplinas. El fútbol jugó su Champions, el baloncesto tuvo su NBA, el ciclismo ha tenido al Tour y así hasta nombrar a la mayoría de competiciones que mueven un gran músculo económico y social.
Sin embargo, el tenis sí ha perdido, en este 2020, a su catedral. Las pelotas no botaron en el All England Club. Los tenistas no pasearon de blanco impoluto por sus pistas. Y nadie alzó al cielo su copa dorada. Por eso, ahora que todavía queda más de un año, Wimbledon ya prepara un ambicioso plan para estar presente en el 2021 y olvidar su cancelación de este año, algo que no ocurría desde la Segunda Guerra Mundial.
La espina clavada
El tenis no lo ha tenido fácil este año. Desde el mes de marzo se han producido cancelaciones hasta que el Master 1000 de Cincinnati volvió a arrojar una luz prematura y en pruebas con el regreso del tenis al más alto nivel. Sin embargo, por el camino se quedaron algunas competiciones han marcado el resto de la temporada.
Roland Garros, que se encontraba en una situación similar a la del torneo británico, decidió apostar fuerte por el 2020 y buscó junto con la ATP una nueva fecha en el calendario para poder volver a coronar a Rafa Nadal como campeón por decimotercera vez. Incluso, hasta se animaron con la presencia de público en cuotas muy reducidas.
No exentos de polémicas, torneos como Roland Garros han conseguido volver, algo que Wimbledon prefirió no hacer. Desde un primer momento en el que la situación se puso realmente complicada, especialmente con las previsiones que había en los meses de abril y mayo, Wimbledon decidió echar el telón de su temporada 2020 y aplazarlo todo hasta 2021. Una decisión traumática y polémica que ha dejado una espina clavada.
Quizás, el torneo podría haberse disputado con un poco de mano izquierda e intentando buscar unas fechas adecuadas en el calendario. Incluso el Roland Garros del aire, el frío y la lluvia ha terminado encontrando su hueco, no así Wimbledon, que ha visto como la catedral del tenis no albergaba partidos entre los mejores jugadores del mundo por primera vez en muchos años. Concretamente, desde el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Este prestigioso torneo, concebido como la gran liturgia de la raqueta, tiene su origen en el año 1877 y solo ha dejado de celebrarse en 10 ocasiones, las que consiguieron suspender la Primera y la Segunda Guerra Mundial. Además, hasta el estallido de la pandemia de la Covid-19, encadenaba 74 ediciones ininterrumpidas, desde el año 1946, y ha tenido que ser en este maldito año en el que se rompa una racha, además, en un año donde los otros tres grandes sí se han terminado jugando.
Nuevos protocolos y visión de futuro
Sin embargo, Wimbledon se ha propuesto estar presente en el calendario del tenis del próximo año sea como sea. Está dispuesto a arriesgarlo todo, o, mejor dicho, a apostarlo todo para que el torneo se pueda disputar en el año 2021 sin hacer ninguna locura, sino teniendo todo previsto con antelación. Por ello, ahora que queda casi un año, la organización ya se ha puesto manos a la obra para diseñar un plan perfecto.
Tanto desde el propio torneo como desde la ATP han mostrado su clara intención de que Wimbledon se pueda disputar en 2021, año de olimpiadas, lo que provoca un verano bastante exigente para los tenistas. Sin embargo, Wimbledon no quiere perderse por nada del mundo su regreso, el cual promete ser el más especial de toda su historia.
Para ello, ya se preparan diferentes protocolos dependiendo de la situación sanitaria en la que se encuentre el planeta, y en especial el Reino Unido y la ciudad de Londres, en el mes de julio del próximo año. La idea, sobre todo, es tener la mayor cantidad de cosas previstas para que nada quede al azar, algo que ha parecido verse en algunos torneos en este final de temporada.
De esta forma, Wimbledon ya ha comunicado que maneja tres alternativas diferentes. La primera de ellas, la deseada por todos, pero la más improbable, es celebrar el torneo en condiciones normales, como si fuera un año más, esperando que el mundo haya podido superar la presencia del coronavirus y que el evento no necesite de ninguna característica especial, más allá de las medidas sanitarias y de control que seguramente queden instaurados en la sociedad.
La segunda de las alternativas será la de celebrar el torneo con capacidad reducida, es decir, reduciendo la cantidad de público que puede acudir a las gradas de las pistas del All England Club, además de dar prioridad siempre que se puede a las pistas más grandes, que permitan la entrada de más gente guardando la distancia de seguridad básica. En este protocolo podría jugar un papel fundamental la pista central, Centre Court, al igual que lo ha hecho la pista Philippe Chatrier de Roland Garros para hacer frente a las condiciones climatológicas del mes de octubre en París.
Y el último de los protocolos que se tienen previstos, donde Wimbledon demuestra que quiere ir a por todas y que no está dispuesto a vivir una segunda cancelación salvo que la situación sea dramática, es la de jugar a puerta cerrada, con todas las pistas completamente vacías. Lo que para muchos podría ser un auténtico sacrilegio, el 2021 y el coronavirus lo podrían hacer realidad. El eco sería el nuevo acompañante de la catedral del tenis.
Además de esto, se estudian medidas como la creación de una 'burbuja' completamente hermética para los tenistas, equipos reducidos, máximo control en los accesos, especialmente a las pistas de entrenamiento y zonas como vestuarios, controles y medidas sanitarias por doquier y el alojamiento controlado de todos los tenistas, para evitar escenas dantescas como las vividas este año.
Por si esto fuera poco, Wimbledon cuenta con un factor diferencial, y es su capacidad financiera y su músculo económico que no se han visto enormemente resentidos este año, ya que el torneo inglés tenía un seguro de cancelación que, seguramente, nunca imaginaba utilizar, pero que este año le ha servido para cortar por lo sano y pensar en el próximo año sin pérdidas económicas, pudiendo volver así más fuerte que nunca.
Superar los problemas del 2020
Wimbledon se ha marcado también otra meta. El hecho de ser la gran espina de la temporada ha provocado que se hayan disputado los otros tres Grand Slams y que el grande por excelencia no se haya celebrado. Cierto es también que el Abierto de Australia se celebró sin medidas debido a que se disputó antes del estallido de la pandemia.
Sin embargo, en el regreso de la competición se han podido ver escenas realmente dantescas que Wimbledon no quiere repetir. La gira americana ya comenzó de una forma preocupante, con la descalificación de varios tenistas a pesar de haber dado negativo, lo que provocó el plantón momentáneo de los jugadores participantes que querían solidarizarse con sus compañeros. Y todos ellos, liderados por Novak Djokovic.
Muchos filtraron que la 'burbuja' creada por la USTA para celebrar el Master 1000 de Cincinnati y el US Open era un auténtico despropósito, que los tenistas no estaban aislados en sus hoteles y que la organización era tan pésima que se producían aglomeraciones con clientes y turistas procedentes de cualquier parte del mundo.
Algo similar sucedió en el torneo WTA de Palermo, donde las jugadoras denunciaban que los hoteles donde eran alojadas y que conformaban sus teóricas 'burbujas', también eran compartidos con clientes llegados de todo el mundo que ponían en riesgo su integridad y su salud, dando muestras de una organización pésima.
Roland Garros tampoco ha sido ajeno a las críticas, y, en líneas generales, el tenis ha dado una muy mala imagen, seguramente, la del gran deporte que peor se ha adaptado a la nueva normalidad, también teniendo en cuenta que sus condiciones pueden ser más difíciles que las de otras disciplinas.
Problemas con los test, los protocolos y las cuarentenas que tenían que realizar en algunos países antes de empezar sus torneos han complicado la reanudación de la temporada, y han provocado que muchos tenistas hayan renunciado a muchos torneos o que ya piensen en dar su temporada por concluida tras Roland Garros, a pesar de quedan torneos importantes como el Master 1000 de París o la Copa de Maestros.
Wimbledon 2021, clave para los grandes
El deporte, como actividad que sirve para liberar la mente y para buscar el bienestar y la superación personal, debe ser positivo. Por ello, es bueno hablar de Wimbledon 2021 como una realidad, y eso es algo que hace la propia organización del torneo inglés. Lo realmente llamativo es que sucede una cosa con la edición del próximo año que podría marcar la historia del tenis, al menos la historia reciente.
La disputa del torneo es una meta que se persigue por varios motivos. El primero de ellos, porque no puede haber dos años sin el torneo más prestigioso. La catedral del tenis se merece que haya eso precisamente, tenis, y por ello la organización ya trabaja sin descanso. Sin embargo, las particularidades del torneo de hierba más importante hacen que pueda ser clave para el devenir histórico de su caballero más importante: Roger Federer.
El jugador suizo, que no ha jugado desde la suspensión de la temporada y que no volverá a jugar en lo que queda de curso por una lesión de rodilla, está muy cerca de perder su cetro en el tenis mundial, algo que parecía imposible hace tan solo unos años. La realidad es que tras Roland Garros, Rafa Nadal le ha igualado con 20 Grand Slams en lo más alto de la historia del deporte de la raqueta, por lo que su hegemonía como número 1 histórico está más que amenazada.
A sus 39 años y tras un año casi en blanco, parece muy difícil que Federer pueda volver a igualarse en la lucha con los otros dos grandes, Nadal y Djokovic. Por ello, muchos consideran que el español y el serbio se han quedado solos en la disputa, con ventaja de tres grandes para el de Manacor. Sin embargo, los más puristas, los clásicos, los enamorados de la clase del helvético todavía confían en que, al menos, le quede una bala en la recámara de su Wilson, y que esa bala sea Wimbledon 2021.
La realidad es que la próxima edición de Wimbledon, si finalmente se celebra, podría ser la última en la que Roger Federer tenga la posibilidad real, salvo sorpresa, de ganar un grande más que añadir a su legendaria colección y, de paso, ponerle a Nadal y Djokovic las cosas más difíciles a la hora de superarle. Además, la celebración del torneo de hierba podría llegar con una particularidad, la de haber visitado ya los torneos fetiches de sus dos rivales, el Abierto de Australia y de nuevo Roland Garros. Por ello, Roger podría llegar a su última oportunidad de triunfar habiendo sido superado por Nadal y con Djokovic a dos o a un título.
Federer aún no ha dado plazos sobre su retirada, pero sí ha asegurado que el final está muy cerca porque no puede jugar eternamente. Ahora mismo está varios peldaños por debajo de Nadal y Djokovic aunque se siente con fuerzas de volver a hacerse fuerte en torneos que ha dominado como nadie, como ya sucedió en el torneo de Wimbledon de 2019. El próximo año llegará con dos años más y, quién sabe, si podría ser su última participación si decide dar por concluida su leyenda antes de que comience el 2022. Wimbledon y Federer se merecen al menos una última oportunidad juntos.
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