El viernes por la tarde, Rafael Nadal vivió una situación de emergencia: en los cuartos de final de París-Bercy, Pablo Carreño se fabricó tres bolas de break (0-40) en el primer juego del segundo set minutos después de hacerse con el primero (6-4). El campeón de 20 grandes, jugueteando de nuevo con el peligro, avanzó 4-6, 7-5, 6-1 por una razón cristalina: aunque a veces su contrario pueda ser mejor durante un buen rato, a este tenista hay que rematarlo 100 veces para cantar victoria. [Narración y estadísticas]
“Él está jugando a un nivel alto desde que se acabó el confinamiento, ha puesto en problemas a los mejores jugadores del mundo, ganando a algunos de ellos”, dijo Nadal después de la victoria. “Era un partido complicado. Ha sido muy agresivo, ha jugando muy bien durante mucho tiempo, pero al margen de eso yo he hecho algunas cosas bien y otras menos bien, como restar”, prosiguió el mallorquín. “Eso ha provocado que él jugase con más calma en sus tiros. Tenía la primera bola en una posición cómoda y ha cometido pocos errores”, añadió. “Las cosas se han ido complicando, pero a mitad del segundo set he encontrado una posición un poco más adecuada para restar. Ha sido de vital importancia salvar el 0-40 del segundo y lograr el break con 6-5. Luego, en el tercer set, yo estaba en una momento ascendente dentro del partido”.
Carreño jugó con una soltura inmaculada y controló todos los ritmos del cruce: dominó las estadísticas en los intercambios cortos y también en los largos, creándole un buen problema a Nadal. El balear, un punto romo, no consiguió tener el control con su derecha y tampoco con sus piernas. En consecuencia, dejó a su contrario la gestión de las jugadas y eso le llevó a las puertas de la eliminación, que regateó en el alambre.
Con la primera manga bajo el brazo, Carreño tuvo tres pelotas de break en el primer juego de la segunda. Una oportunidad fantástica y desaprovechada por la fuerza. Que Nadal salvase uno a uno esos puntos de rotura, tres portazos en la cara del gijonés, no le quitó ni una poco de la fe en la victoria con la que peleó el aspirante.
Durante todo el segundo set, Carreño le aguantó a Nadal todo lo que el balear propuso, incluso en el cuerpo a cuerpo, yendo a saco. De la raqueta del gijonés salieron tiros durísimos que obligaron al número dos mundial a recular, pero todo cambió cuando Nadal aprovechó su ocasión para meterse en el cruce ganando el segundo parcial.
El número dos, perdido al resto durante gran parte de la tarde, encontró una posición cómoda a mitad de camino entre la línea de fondo y la valla publicitaria. Poco a poco, empezó a poner en juego los saques de Carreño. Eso cambió inevitablemente el rumbo del partido: Nadal empató el duelo ganando el segundo parcial y coronó el triunfo en línea recta en un tercer set espectacular.