De entrada, un mensaje. Rafael Nadal comenzó este domingo el asalto del único gran título que no tiene en su carrera mandando un aviso al vestuario: en un O2 vacío, sin rastro de público como consecuencia de la pandemia de la covid-19, el español debutó en la Copa de Maestros de Londres derrotando 6-3, 6-4 a Andrey Rublev, el tenista con más títulos (cinco) y victorias (40) de 2020. El mallorquín se medirá el próximo martes a Dominic Thiem (7-6, 4-6, 6-3 al griego Tsitsipas) para jugarse el liderato del grupo Londres 2020. [Narración y estadísticas]
"No ha sido un partido perfecto”, dijo Nadal después de la victoria. “Él ha cometido más errores de lo habitual y yo he sacado muy bien. Dentro de lo que cabe, he jugado de forma inteligente, tengo que estar contento con la victoria porque tácticamente lo he hecho bien”, prosiguió el número dos. “Estar tan fino con el saque me ha ayudado a poder jugar más relajado al resto, aplicando lo que habíamos preparado”.
A Rublev, como muchas veces, le vinieron a ver los demonios después de entregar su saque por primera vez en el partido. Hasta ese momento, el ruso había probado las defensas de Nadal pegándole a la pelota con el alma, reventando tiro tras tiro, buscando el triunfo sin medianías de ninguna clase. El break del español (4-2) encendió una llama que provocó un incendio, y entonces el cruce se terminó porque al ruso se le nubló el camino que había estado siguiendo.
Nadal, claro, tuvo muchísimo que ver.
A diferencia de hace unos días en París-Bercy, donde no consiguió encontrar el nivel para aspirar al título en ninguno de sus cuatro partidos, el campeón de 20 grandes firmó una puesta de largo excepcional en Londres, firme y brillante desde el principio hasta el final, reivindicando el filo de una de las armas más importantes que necesita para ganar el título: el español tumbó a Rublev sin conceder ni una sola oportunidad de break, sacando adelante cada turno de servicio sin sufrir para ahorrar energías y enseñar los dientes luego al resto.
“Hoy teníamos una idea y el resultado me ha ayudado, pero uno tiene que estar preparado para adaptarse a las cosas que van ocurriendo”, aseguró Nadal tras completar un encuentro con determinación y agresividad. “Hoy las cosas iban saliendo bien, por eso he podido ser fiel al plan que habíamos hablado. Al final, todo se traduce a intentar jugar a mi máximo nivel”.
Por distintas circunstancias (cansancio tras temporadas muy largas, varias lesiones o una superficie que nunca ha sido la más favorable para su estilo de juego), Nadal se ha encontrado una vez tras otra la puerta cerrada para convertirse en maestro de maestros. Todo eso parece no ser un problema en 2020: el número dos, que tiene el desafío de Thiem a la vuelta de la esquina, está listo para luchar por uno de sus grandes objetivos.
“A día de hoy”, se arrancó el español, “nos tenemos que olvidar de especialistas en tierra y esos tópicos. Dominic viene de ganar el US Open, y el año anterior se hizo con Indian Wells. Los resultados demuestran que él juega muy bien en todas las superficies”, avisó. “Será complicado. Yo estoy como siempre, con la ilusión de jugar bien sea cual sea el año. Vengo aquí para darme oportunidades y yo estoy aquí para dar mi máximo cada día”.