No se jugará ni un solo partido el jueves en Melbourne, y eso que había 62 programados entre la ATP Cup y los otro cuatro torneos de las Melbourne Summer Series que se están celebrando en la previa del Abierto de Australia, el primer Grand Slam de la temporada previsto para arrancar el próximo lunes 8 de febrero. El positivo en covid-19 de un trabajador del hotel Grand Hyatt, donde se alojan muchos jugadores, ha puesto patas arriba a la ciudad, obligando a tomar medidas inmediatas: así, 600 personas (tenistas, funcionarios y personal de apoyo del torneo) han pasado a estar aislados temporalmente hasta dar negativo en una prueba PCR que teóricamente vuelva a entregarles la libertad. La pregunta, sin embargo, está clara: ¿corre peligro la disputa del primer grande del calendario?
“Tenemos que asumir que esta persona ha infectado a otras”, dijo Daniel Andrews, el primer ministro de Victoria, cuando compareció ante los periodistas el miércoles por la noche. “Se trata de un solo caso. No hay razón para que la gente entre en pánico o se alarme. Sabemos lo que tenemos que hacer”, añadió mientras veía terminada una racha de 28 días consecutivos sin registrar casos locales de coronavirus. “Ahora mismo, no hay un impacto en el torneo propiamente dicho, pero el problema es mucho más amplio: se trata de una cuestión de seguridad y salud”.
De inmediato, el Estado de Victoria redobló las precauciones tomando tres decisiones importantes: las mascarillas volvieron a ser obligatorias en espacios cerrados, se redujo a 15 el número de personas que pueden reunirse en un domicilio y se pospuso el incremento de trabajadores presenciales, que este lunes iba a pasar a ser del 75%.
Además del Grand Hyatt, los lugares de exposición al virus son el Club Noble en Noble Park, Northpoint Café en Brighton, Kmart Keysborough y Brandon Park, Coles Springvale, Bunnings Springvale y Melbourne Golf Academy en Heatherton. Ninguno, sin embargo, tiene el peligro de hotel.
El Hyatt había sido uno de los hoteles designados por los organismos sanitarios para la cuarentena obligatoria que las 1200 personas (los tenistas y sus equipos, así como el resto de coletivos del torneo) tuvieron que realizar al llegar a Australia hace unas semanas. Según las autoridades de Victoria, el empleado del Hyatt había dado negativo en una PCR del día 29 de enero, pero comenzó a experimentar síntomas y se sometió a otra prueba que esta vez arrojó un preocupante positivo. Evidentemente, las posibilidades de un contacto casual de este trabajador con los que se hospedaron en el hotel son altas.
“Trabajaremos con todos los involucrados para hacer las pruebas lo más rápido posible”, aseguró más tarde la federación australiana en un comunicado, en el que confirmó la cancelación de todos los partidos progamados para el jueves, por lo que la resolución de la ATP Cup y del resto de torneos que forman las Melbourne Summer Series está en el aire. “Próximamente se anunciará una actualización sobre la programación del viernes”.
Algo, en cualquier caso, está claro. A cinco días del inicio del Abierto de Australia, en Melbourne han saltado las alarmas: ahora mismo es imposible confirmar si el primer Grand Slam de 2021 va a poder disputarse con la normalidad que la federación australiana llevaba meses persiguiendo con mucho trabajo, una ristra de medidas y protocolos que tampoco han evitado el escenario más temido. Si algo ha demostrado el virus es su capacidad para ser impredecible.