Para empezar, primer objetivo cumplido. Rafael Nadal abrió su temporada 2021 debutando en el Abierto de Australia con victoria (6-3, 6-4, 6-2 a Laslo Djere) en un partido marcado en rojo. El español, que renunció a jugar la ATP Cup para no agravar “una rigidez en la espalda baja” que comenzó a sentir entrenando en Adelaida durante la cuarenta, vivió su preparación para el torneo con preocupación. Al ver que llegaba el momento de estrenarse y el problema seguía sin solución, impidiéndole trabajar con la intensidad que necesita para ponerse en marcha, el número dos mundial tomó una decisión sensata: la de asumir que tendría que ganar como fuese su primer encuentro con la intención de darse más días para recuperarse, y a partir de ahí ir valorando la situación. Eso fue exactamente lo que el campeón de 20 grandes consiguió el martes. De momento, Nadal ganó tiempo.
“Sabía que esto podía pasar”, se arrancó el tenista ante los periodistas, “que saldría a jugar y en esta primera ronda quizás tendría la opción de salvar el partido, pero hay que ser realistas: tengo que estar mejor de la espalda para aspirar a lo que yo he venido aquí”, prosiguió el mallorquín. “Cada día que tengo la capacidad de alargar mi participación en el torneo, más opciones hay de que pueda solucionarlo. Estoy intentando conservar la espalda de la mejor manera posible. He utilizado un movimiento distinto al de estos años, haciendo un gesto que no me haga daño”, reveló. “He sacado más suave, aunque en algún momento importante he forzado más. Saco peor, pero hoy me ha dado para ganar”, insistió. “No voy a renunciar nada. Quiero confiar en que la situación mejore y pueda competir con posibilidades reales”.
Nadal salió a la Rod Laver Arena para jugar contra Djere con una mecánica de saque distinta. Como el armado de ese golpe es lo que le provoca dolor en la espalda, el español recuperó un servicio similar al de hace unos años y fue poniendo la pelota en juego sin apretar al máximo, identificando lo que el partido le iba pidiendo en cada momento. Ahora más fuerte. Ahora menos. Ahora más. Ahora menos. Lógicamente, cambiar el saque tuvo secuelas.
“Si tengo que sacar con cuidado en cada movimiento, al caer y seguir hacia la segunda bola… la recuperación es más lenta”, explicó Nadal. “Esto me repercute en el juego en general, no me permite ser agresivo. Si saco cada vez pensando qué hacer para que no vaya a peor la situación, todo el juego se ve afecta”, aseguró. “Hoy he sido capaz de manejarlo. Vamos a seguir adelante, a ver qué pasa”.
Sin jugar desde el pasado 21 de noviembre, cuando cayó en las semifinales de la Copa de Maestros de Londres, Nadal comenzó con sensación de dominio. En 10 minutos, el español mandaba por 3-0 sin haber sufrido ni un poco; 5-1 en menos de media hora. Una versión muy blandita de Djere facilitó que el mallorquín pudiese tener el control del encuentro sin sobresaltos. El serbio es un buen tenista, pero carece de un golpe decisivo, algo con lo que desmontar a un rival de la máxima exigencia. Ante Nadal, además, el 56 mundial, se descompuso en un puñado de errores no forzados, la mayoría por la zona del revés, que le impidieron medir el estado real de su contrario, exigirle un poco, ni tan siquiera acercarse.
Dos veces, sin embargo, estuvo a punto de meterse en líos el mallorquín, quizás como consecuencia de la gestión del esfuerzo que realizó durante todo el encuentro: en el primer set, cuando sacaba con 5-1 para echarle el lazo al parcial, Nadal vio cómo Djere sumaba dos juegos seguidos y se le echaba encima pidiendo sangre (5-3, 0-30); en el segundo parcial, cuando de nuevo servía para ganarlo, el número dos se enfrentó a tres bolas de break (con 5-4) que salvó con decisión antes de estar en apuros.
Más cómodo al resto que al saque, Nadal vivió siempre con la tranquilidad de poder atacar los servicios de su contrario. Sabiéndose superior en los peloteos, la victoria que le dio el pase a la segunda ronda nunca estuvo en peligro. Gracias a eso, el español tiene ahora un día extra (miércoles) para seguir tratándose la lesión antes de volver a la pista.
La espalda del número dos refleja cómo pueden cambiar las cosas en un segundo. Nadal llegó a Australia satisfecho tras hacer una pretemporada fantástica en Mallorca, de las mejores de su carrera. El balear, que había continuado con ese nivel durante los primeros días de entrenamiento en Adelaida con Jannik Sinner y Marc López, vio cómo su horizonte cambiaba en un momento: de partir en una gran posición para pelear por el título a simplemente intentar sobrevivir. Una buena diferencia.