Rafael Nadal jugará los octavos de final del Masters 1000 de Roma con la tranquilidad de haber superado un test de la máxima exigencia ante Jannik Sinner. El miércoles, el español resistió al empuje del joven italiano (7-5, 6-4) y se citó con Denis Shapovalov por una plaza en cuartos de final tras dejar atrás una peligrosa prueba que por momentos le llevó al límite. [Narración y estadísticas]
“Creo que he hecho un partido completo”, resumió luego el balear. “He cometido algún error, pero he hecho cosas cosas bien. He pegado bien con la derecha y el revés. He tenido una sensación de control”, prosiguió. “Ha sido uno de los buenos partidos que he hecho este año sobre tierra batida. Es una victoria de prestigio y de confianza”.
Sinner, uno de los peores rivales posibles para debutar, midió las dudas de Nadal en un encuentro de un nivel altísimo que se disputó a puerta cerrada, a la espera de que el público (un 25% del aforo total) pueda acceder al torneo a partir de este jueves. Así, en una pista central desangelada, los dos contrarios jugaron un cruce que tuvo de todo: puntos brillantes, alternativas constantes y la emoción de una final.
Sobreexcitado, el italiano despidió adrenalina en un comienzo de partido soberbio que puso contra las cuerdas al número tres del mundo. Dos veces rompió Sinner el saque de Nadal para adelantarse (1-0, 3-2), y en ambas ocasiones se encontró encajando el break de vuelta (1-1, 3-3).
Te quiero ganar, te voy a ganar. Con ese mensaje presente, el campeón de 20 grandes no se encogió y siguió su plan al milímetro: abriendo ángulos para mover a Sinner, buscando evitar que el aspirante golpease la pelota con los pies en el suelo, Nadal apenas se equivocó, no falló, no tomó malas decisiones, y se exprimió (1h10m) para celebrar la primera manga, que Sinner se resistió a entregar salvando las seis primeras bolas de set (tres con 4-5, y otras tres con 5-6).
Inmerso en una pelea tremenda, Nadal se encontró con un Sinner descarado que no tuvo reparos en atreverse a cargar su revés cruzado sobre el drive del español. Esa táctica, una temeridad para cualquier otro, se convirtió en la jugada preferida del italiano. Lejos de caer en el desánimo tras perder el primer parcial, el número 18 mundial comenzó el segundo con un break que mantuvo un buen rato (hasta el 4-2) y se resistió incluso cuando Nadal le dio la vuelta (de 2-4 a 5-4), salvando tres puntos de partido antes de inclinar la rodilla exigiendo lo mejor del mallorquín.