Ocultarlo ya no sirve de nada: Dominic Thiem se enfrenta a la mayor crisis de su carrera. Después de ganar el verano pasado su primer Grand Slam en el Abierto de los Estados Unidos, el austríaco ha iniciado una lucha interna para volver al nivel que le llevó a celebrar ese grande en Nueva York, y que paradójicamente le ha abierto las puertas del infierno. El domingo, Thiem encajó un golpe durísimo, posiblemente el más severo de los últimos meses: Pablo Andújar le derrotó en la primera ronda de Roland Garros tras remontarle dos sets y le mandó de vuelta a casa en la jornada inaugural del torneo más importante de su temporada.
“Me enfrento a una situación totalmente nueva porque los último siete años he estado en una posición de ascenso constante”, explicó el austríaco a los periodistas. “Nunca había sufrido una derrota como esta en Roland Garros ni tampoco había pasado por una crisis así, es raro para mí desaprovechar una ventaja de dos sets a mi favor”, prosiguió el número cuatro mundial, que había ganado 50 de los últimos 51 partidos en los que se había fabricado esa ventaja. “Tengo que analizarlo y ver lo que está mal para intentar recuperarme lo antes posible”.
Después de despedirse a la primera en Dubái ante el sudafricano Harris, Thiem dio un paso al lado y desapareció del circuito un par de meses, renunciando a Miami, Montecarlo o Barcelona. Entonces, el austríaco se sentía “mal” y consideró que retirarse a descansar le daría alas para llegar a Roland Garros preparado. Thiem pensó que esas semanas en casa le devolverían la energía y la intensidad, soportales de su juego, dos aspectos básicos para aspirar a cosas importantes. Aunque en su regreso en Madrid ofreció señales positivas (llegó a semifinales), Roma (fuera en octavos contra Lorenzo Sonego), Lyon (eliminado a la primera por Cameron Norrie) y Roland Garros (fuera en su estreno ante Andújar) confirmaron que todavía sigue pagando las consecuencias de haber ganado el año pasado el Abierto de los Estados Unidos.
“Es increíble alcanzar una meta tan grande, pero al mismo tiempo algo es diferente después hacerlo”, reconoció Thiem. “Es un gran proceso de aprendizaje. Espero poder recuperarme y volver más fuerte que antes, pero ahora mismo no sé cuándo llegará el momento”, siguió. “Mi tenis no está, y no entiendo por qué. No me reconozco a mí mismo. Esta no es la versión de mí que puede luchar por grandes títulos. Y sí, es una situación muy difícil”.
“A mí no me pasó después de ganar mi primer grande en Roland Garros, pero creo que su caso es distinto”, reflexionó a este periódico Carlos Moyà, ex número uno mundial. “Él lo ha perseguido durante muchos años, tuvo varias oportunidades y quizás lo ganó en el momento menos esperado. O eres Nadal, Djokovic o Federer, o es normal”, prosiguió. “Lo hablé con Massú [entrenador de Thiem] porque tenía curiosidad por saber lo que estaban atravesando. Son estados por los que pasas a lo largo de tu carrera en un deporte tan exigente como este en el que cada día tienes que estar al máximo”.
La historia está llena de jugadores que pasaron un mal trago tras levantar un gran título, y existen dos finales posibles para esa situación: los que se hundieron y no volvieron a vivir una tarde de gloria o los que se las apañaron para salir adelante y seguir ganando.