Especial. Distinto. Diferente.
Las palabras vienen a ser las mismas para definir a Carlos Alcaraz. Recién cumplida la mayoría de edad, y tras convertirse en el tenista más joven en 29 años en meterse en la tercera ronda de Roland Garros (desde Andrei Medvedev en 1992), el murciano se enfrentará este sábado a Jan-Lennard Struff por el pase a los octavos de final afrontando la oportunidad con la ambición que le caracteriza.
“A Carlitos le empecé a ver jugar cuando tenía 11 años en los torneos alevines”, contó Albert Molina, agente del murciano. “Cuando fue creciendo, empezó a tener una velocidad de pelota con su derecha espectacular. Son cosas que no se ven”, prosiguió. “Por suerte, he seguido las últimas 25 generaciones de chicos con 14 años y eso me ha servido para comparar a Carlos con otros grandes jugadores a esas edades. En este tramo de los últimos 25 años, él es uno de los que más me ha impactado. Lo metería en el grupo de tenistas especiales”, continuó. “No sabía que con 18 años iba a estar entre los 80 primeros del mundo, y mentiría si dijese lo contrario. Sí sabía que era un jugador con un potencial muy grande para lograr cosas importantes”.
“Comenzamos a trabajar cuando tenía 15 años y siempre destacaba al enfrentarse con jugadores de su edad”, le siguió Juan Carlos Ferrero, ex número uno mundial y entrenador del tenista desde hace tres temporadas. “Ya se veía que tenía habilidades especiales para poder subir rápidamente: aceleraba mucho la bola, se movía correctamente y tenía un gran talento”.
Lo que empezó en solitario Molina hace 8 años, cuando convenció a los padres de Alcaraz para llevarle con él a su agencia de representación (la multinacional IMG), lo continuó luego junto a Ferrero al construir una estructura profesional que le asegurase un desarrollo controlado y seguro hacia la élite. Así, Alcaraz ha formado un equipo de trabajo organizado en dos lugares diferentes: por un lado, en la academia Equelite de Villena con Alberto Lledó (preparador físico) y Juanjo Moreno (fisioterapeuta); por el otro, en su Murcia natal con Álex Sánchez (preparador físico), Fran Rubio (fisioterapeuta) y Juan José López (doctor).
“Obviamente, ha experimentado una progresión muy rápida”, reconoció a este periódico Francis Roig, uno de los entrenadores de Rafael Nadal. “Ha tenido la capacidad de asimilar la velocidad del juego de los profesionales, se ha acostumbrado muy rápido. No le desbordan los tiros que desbordarían a cualquier otro jugador se su edad”, prosiguió el técnico catalán, que durante el pasado Abierto de Australia descubrió a Alcaraz al compartir un par de entrenamientos con el campeón de 20 grandes. “Se mueve muy bien hacia los lados y también hacia delante. Es valiente, siempre busca ir a por los puntos. Todo esto suele llevar un proceso y él lo está acortando”, añadió. “Tiene buena actitud, buena mentalidad y muy claro su objetivo. Y sobre todo: cree que puede ganar siempre y esto es indispensable para llegar arriba”.
“Va a ser un gran jugador”, apuntó Carlos Moyà, otro de los técnicos de Nadal. “Ya es muy bueno, aunque todavía le falta esa experiencia y está en proceso de ir creciendo. En unos años, Carlos va a ser uno de los jugadores que van a estar luchando por ganar títulos de Grand Slam”.
Pablo Carreño, que este viernes accedió a los octavos al tumbar a Steve Johnson (6-4, 6-4 y 6-2), guarda una anécdota que refleja perfectamente lo que proyecta Alcaraz la primera vez que alguien tiene la oportunidad de encontrarse con él al otro lado de la red.
“Nos conocimos en la Copa de Maestros de Londres cuando fui de reserva”, rememoró el gijonés. “Entrené con él allí cuando tenía 14 años. Jugamos, no falló una bola y me impuso un ritmo altísimo. Le pregunté a mi entrenador que quién era ese chico. Al final, yo estaba entre los 10 mejores del mundo. Me imaginaba en su posición y no habría hecho lo mismo. Solo por eso se nota que es un jugador muy especial”.