¿Qué hay que hacer para ganarle a Rafael Nadal en tierra batida? Jugar desde atrás, sin tener un tiro que desmonte al español en esos peloteos ni la capacidad de subir el ritmo metiendo una marcha más, no parece la mejor idea. Tampoco subir a la red a la desesperada esperando encontrar soluciones rápidas en la media pista. El sábado, Cameron Norrie volvió a caer en esa trampa al plantear un encuentro muy similar tácticamente al que jugó hace unas semanas en el Conde de Godó de Barcelona, y que terminó exactamente igual en París: con una derrota. Así, el campeón de 20 grandes (6-3, 6-3, 6-3) jugará los octavos de final ante Jannik Sinner (6-1, 7-5, 6-3 a Mikael Ymer) en su primera gran prueba de este Roland Garros. [Narración y estadísticas]
“Ha sido una primera semana correcta”, dijo Nadal. “Tres partidos ganados sin perder ningún set. He vivido situaciones difíciles y las he superado bien. Por momentos, he jugado a un gran nivel, como ante Gasquet en el primer set. En torneos como este, uno tiene que dar pasos hacia delante y ahora me toca hacerlo porque viene Sinner. Tengo que jugar agresivo, a una intensidad alta y un poco más largo. Si consigo hacerlo, será más fácil tener el control de los puntos. Creo que estoy preparado”.
La Suzanne Lenglen, segunda pista en importancia del torneo, recibió la visita de Nadal en un día desagradable, nublado y frío. A esas condiciones, que provocaron un juego lento y pesado, se adaptó el español sin problemas gobernando la primera manga en línea recta y abortando en la segunda los intentos de Norrie por decir algo en el encuentro. Dos veces consiguió un break el británico (2-0, 3-1) y en ambas ocasiones perdió la ventaja en un santiamén, siendo incapaz de asumir la responsabilidad de ir por delante en el marcador, sucumbiendo ante la presión.
Nadal, rebosante de energía, muy fresco físicamente, encadenó 20 minutos en el tramo final del segundo set en los que produjo tiros de todos los colores, la mayoría unidos por una altísima dificultad de ejecución, alguno prácticamente imposible (un revés cruzado a dos manos que conectó cinco metros tras la línea y que superó a Norrie en la red). Exhibiendo esa abanico de recursos, el número tres del mundo sumó cinco juegos consecutivos para llevarse el segundo parcial (de 1-3 a 6-3) y se allanó su pase a los octavos, que remató en un tercer set muy plácido.
El partido no solo se jugó con la raqueta. Durante buena parte de la tarde, Norrie trató de meter presión a Louise Azemar Engzell, la juez de silla del partido, quejándose del tiempo que Nadal empleó en ir a por lo toalla, que desde la llegada de la pandemia de la covid-19 no entregan los recogepelotas a los jugadores. La protesta tuvo un efecto nulo en el resultado, quedándose en una simple anécdota.
“Creo que merezco ir a por la toalla alguna vez entre puntos, y tampoco pienso que lo haga tan a menudo”, respondió Nadal cuando un periodista le preguntó. “El pretendía ponerme un poco de presión. Yo no me quejé en absoluto cuando se tiró la bola mal para sacar 20 veces, así que no creo que él tuviera que quejarse de otras cosas”, añadió. “La juez de silla me dijo que intentará ser más rápido y lo hice. Fui respetuoso y él también. Jugó sus cartas, eso es todo”.
Después de superar sus tres primeros encuentros en el torneo sin sustos en el cuerpo, el español aborda la llegada de la segunda semana de competición preparado para lo que venga, aunque con la necesidad de subir un escalón para seguir el desarrollo natural en cualquier torneo del Grand Slam. De entrada, lo más inmediato no es ninguna broma: seguramente Sinner le va a exigir más que sus tres últimos contrarios juntos.