Alejandro Davidovich lo celebró llevándose las manos a la cabeza, como no podía ser de otra manera. A los 22 años, el español disputará en Roland Garros sus primeros cuartos de final en un Grand Slam tras deshacerse 6-4, 6-4, 4-6, 6-4 de Federico Delbonis y automáticamente se convirtió en el cuarto tenista de La Armada con billete asegurado a los Juegos Olímpicos de Tokio, por delante de Albert Ramos. De momento, por el pase a semifinales del segundo grande del año, el malagueño se las verá con Alexander Zverev (6-4, 6-1, 6-1 a Kei Nishikori).
“Han sido muchas emociones”, acertó a decir Davidovich. “Estoy cansado porque está siendo duro y largo, pero me siento muy contento del trabajo que hemos hecho y de la oportunidad de disfrutar unos cuartos de final en Roland Garros”, prosiguió. “Me veo bastante bien físicamente. Tengo un día para descansar, recuperar y dar el 100% el martes”.
“¡Dos juegos de mierda! ¡He hecho dos juegos de mierda”. Con ese afirmación rotunda, dirigida a su equipo, Davidovich dio oficialmente la bienvenida a los problemas en una tarde que hasta entonces había sido bastante apacible. Después de ganar los dos primeros parciales del partido sin tomar ninguna curva, el español no supo aprovechar las dos roturas de saque que consiguió en la tercera manga (2-1, 4-3) y lo pagó cocinándose las piernas en el tramo final de un encuentro que terminó a puerta cerrada, con los aficionados obligados a marcharse como consecuencia del toque de queda vigente (a las nueve de la noche) en la ciudad de París.
Antes de que todo se enfangase, el español disfrutó de un duelo muy tranquilo.
El domingo, Davidovich vivió uno de los días más importantes de su carrera en la pista Susanne Lenglen. “Let's go, Foki!”, gritó a menudo la grada al español, al que muchos llaman cariñosamente de esa manera (su segundo apellido es Fokina). Rodeado por un buen ambiente, caluroso el gentío, atraído por el carisma del número 46, Davidovich disfrutó ganando los dos primeros sets casi de un bocado, y posiblemente viéndose vencedor sin sufrimiento.
Después de dos maratones (3h42m a Botic van de Zandschulp en la segunda ronda y 4h35m a Casper Ruud en la tercera), Davidovich consiguió controlar el marcador exhibiendo una experiencia que todavía no tiene. Tras arreglar un inicio torcido (1-3), el español jugó con una concentración que no perdió en ningún momento durante casi una hora y media, raro en un tenista con tanto nervio, muchas veces acostumbrado a vivir de ramalazos de locura.
Esos disparates clásicos de su juego llegaron de la mano de las dificultades. Después de dejar escapar las dos ventajas en el tercer set (2-1 y 4-3, ambas con su servicio), Davidovich tuvo unos minutos de fantasía (un saque por abajo, globos alucinantes, varias dejadas…) hasta que recuperó la determinación en el corazón del cuarto parcial. Aprovechando la potencia de sus golpes, pelotas como ladrillos las que tuvo que contrarrestar Delbonis, el español volvió a imponerse en los peloteos y se impulsó hacia un triunfo fantástico que le pone en la órbita de los mejores del mundo.