Roland Garros. Philippe Chatrier. Rafael Nadal. El primer set a un turno de saque de distancia (5-4). A Jannik Sinner le suena lo que está viviendo, pero no le gusta porque sabe muy bien cómo acaba. El lunes, el español avanzó a los cuartos de final del segundo grande de la temporada venciendo 7-5, 6-3, 6-0 al italiano, que revivió su eliminación del torneo de 2020 al no volver a tener el valor que hace falta para subirse al tren de la victoria en la cara del mallorquín, y en la pista más importante de su carrera. En consecuencia, Nadal se medirá a Diego Schwartzman (7-6, 6-4, 7-5 a Jan-Lennard Struff) por el pase a las semifinales. [Narración y estadísticas]
“Podemos quedarnos aquí hablando una hora, pero al final todo resume a que ha jugado mejor que yo y merecía ganar”, dijo luego Sinner ante los periodistas. “Sí, he sacado para ganar el primer set, pero aún así quedaba un largo camino por recorrer para derrotar a Rafa. Estoy muy decepcionado por el resultado”.
"He ido a más durante el partido, y he terminado jugando muy bien”, le siguió Nadal. “Necesito darle un poco más de continuidad a las cosas buenas. He tenido algún momento en el que he perdido la concentración, pero el nivel ha sido alto cuando esto no me ha pasado”, prosiguió el español. "La dificultad se va incrementando cuando más te acercas a las rondas finales, pero creo que estoy bien. Ha habido muchas cosas positivas en las últimas cuatro semanas”.
Llegado el momento de los valientes, Sinner se vio a sí mismo un año atrás disfrutando de una oportunidad idéntica: sacando por el primer parcial ante Nadal en la pista central del templo de la arcilla. Si entonces terminó mal, el lunes por la tarde también acabó como el italiano no quería. Tras sufrir un ataque de vértigo y entregar su servicio en blanco (5-5) con una doble falta, antecedida por varios errores de bulto, los pulmones de Nadal recibieron aire puro y ya no hubo manera de ponerle freno.
Desatado, Nadal ganó ocho juegos seguidos (de 3-5 a 7-5, 4-0) y corrigió un inicio dubitativo reencontrándose con la mejor versión de su drive, que buena falta le hará desde la próxima ronda. De arranque, Sinner le propinó un parcial de 4-0 al mallorquín (de 0-2 a 4-2) con el que consiguió dos cosas importantes: anular el intento del español por irse en el marcador y sentar las bases de un encuentro que debería haber sido una guerra abierta, pero que terminó siendo un simple paseo.
Al desaprovechar la ocasión de ganar el primer parcial, Sinner se convirtió en un rival tembloroso. El italiano había estado haciéndole daño a Nadal cambiando las direcciones con su revés, quizás el arma más poderosa que tiene, y castigando los tiros cortos del balear con su derecha plana. Habituado a no mostrar las emociones, distinguido por su carácter frío, el número 19 del mundo se dejó llevar por la corriente negativa y terminó inclinando la rodilla una vez más ante el campeón de 20 grandes.
Con una versión muy reconocible de sí mismo durante los dos últimos parciales, el Nadal de siempre, el español sabe dónde tiene que trabajar para asaltar la parte final del torneo: los altibajos que le han hecho dejar de estar centrado y alternar ratos de brillantez con otros más vulnerables. El agujero por el que el italiano intentó meterse en el duelo cuando más difícil lo tenía después de ese primer set que se le escurrió entre los dedos de las manos.