Wimbledon ha entrado ya en su segunda semana dejando malas noticias para el tenis español, que se ha quedado sin representantes. Roberto Bautista cayó ante Shapovalov y Paula Badosa ante Muchova, dejando el tercer Grand Slam sin representantes de la armada nacional. Esto significa que tampoco habrá un campeón de nuestro país, algo que ya se ha producido esta temporada tanto en el Abierto de Australia como en Roland Garros. La última oportunidad de romper esa sequía llegará en el US Open.
Sin embargo, eso no significa que no queden alicientes o que el Grand Slam británico no haya dejado ya buenas noticias. Queda por ver si Roger Federer es capaz de tener un último baile de ensueño en el All England Club o si por el contrario, Novak Djokovic sigue con su racha triunfal, se apunta su tercer grande del curso y empata al suizo y a Rafa Nadal, ausente en Londres por fatiga.
Lo que nadie le podrá quitar ya al aficionado al tenis y a los asistentes a Wimbledon especialmente es el haber visto nacer a la que puede ser la próxima niña prodigio del tenis. Su nombre es Emma Raducanu y aunque todavía no es muy conocida, acaba de hacer historia en el torneo de Londres.
Raducanu, joya del tenis
A pesar de que Wimbledon todavía no se ha terminado, va a ser difícil que el puesto de gran revelación se lo pueda quitar alguien a Emma Raducanu. La tenista multicultural, aunque perteneciente al Reino Unido, se ha consolidado como la gran aparición del Grand Slam, al menos en el cuadro femenino. Su nivel tenístico y su fuerza se han convertido en un ciclón que ha acaparado todas las miradas, pero también que está escribiendo su propia historia a golpe de derechas ganadoras y de reveses imparables.
La jugadora británica se ha convertido en la tenista más joven de la historia en clasificarse para la mítica segunda semana de Wimbledon, cuando se deciden las rondas finales a partir de los octavos de final. Hasta el momento, Raducanu ha doblegado a rivales de entidad en lo que va de torneo para hacer su propio camino hacia la historia. La rusa Diatchenko, la checa Vondrousova y la rumana Cirstea han ido cayendo a los pies de esta joven tenista de tan solo 18 años sin ceder un solo set.
Solo cuatro tenistas británicas en la Era Open habían conseguido meterse en esta segunda semana siendo todavía adolescentes. Sin embargo, a sus 18 años y 239 días, Emma ya es la más joven en conseguir este hito con el que está rompiendo moldes en el Grand Slam más exigente del circuito. Nacida el 13 de noviembre de 2002 y ocupando todavía la plaza número 338 del ranking WTA, Raducanu ya acapara la atención comparable a un grande debido a las ansías de la afición británica por encontrar un nuevo ídolo que pueda reinar, al menos, en los torneos de casa.
Despertando a un país
Se podría decir que Emma Raducanu está despertando a todo un país que vuelve a vibrar con su tenis y que sueña con volver a tener una campeona entre sus filas. Pero sería quedarse cortos, ya que en estos momentos hay una legión de fans en cuatro países y en tres continentes que están pendientes de esta nueva niña prodigio. Muchos de ellos para apoderarse de este nuevo talento del tenis.
La historia de Raducanu empieza en Canadá, ya que esta joven tenista nació en Toronto. Sin embargo, se mudó a Gran Bretaña con su familia a los dos años, razón por la cual ella se considera británica y compite bajo esa nacionalidad. Sin embargo, su multiculturalidad procede también de sus orígenes familiares y no de los suyos propios. Su padre es de Rumanía, país al que tiene también detrás sumando ya una gran cantidad de apoyos. Sin embargo, el hecho de que su madre sea China ha provocado que un cuarto país y que un tercer continente haya entrado en este juego de empuje para encumbrar a la que podría ser la próxima gran estrella del tenis mundial.
Sin embargo, si hay un país que por encima de todos está vibrando con las exhibiciones de Emma es Reino Unido, quien ha encontrado a un nuevo fenómeno que ya ha provocado estragos en la afición británica. Ha cambiado incluso las tendencias de los aficionados, que han dejado de asistir en muchos casos a las pistas para retomar la clásica y famosa costumbre de seguir los encuentros desde las pantallas exteriores, especialmente desde la Henmann Hill, la colina en honor a Tim Henmann.
Allí se ha creado una fiesta en cada partido de Emma, los cuales se viven con una gran pasión y un gran fervor. De hecho, parecen ambientes más propios de otros deportes como el fútbol. Cada punto que gana la británica es una explosión de alegría, una fiesta que ha ido in crescendo con el avance de la nacida en Toronto en el tercer grande de la temporada. Raducanu ha despertado a todo un país que ha recuperado la pasión por el tenis.
Recién salida del colegio
Ser una estrella del tenis y un nuevo fenómeno de masas con tan solo 18 años tiene cosas muy positivas como sacar del letargo a toda una afición tan especial como la de Wimbledon. Sin embargo, tiene cosas negativas también, o por lo menos extrañas. Una de ellas es tener que dejar los estudios a medias. Lo que para muchos jóvenes sería otro motivo de fiesta, para esta disciplinada joven está más cerca del disgusto. El tenis es su pasión y su prioridad, pero para ella los estudios son otra forma de crecer e, incluso, de liberarse de la pesada carga que empiezan a ser la fama y la sobrexposición de la élite.
Hace solo unas semanas, Emma estaba recibiendo sus habituales clases en el Newstead Wood School, el centro al que pertenece y en el que se está formando para tener una preparación académica más allá de su carrera profesional. A esta tenista británica le llegó el momento de tener que soltar el boli encima de la mesa y sus apuntes para coger su raqueta y marcharse a jugar un torneo de la importancia de Wimbledon. Y unos días después, hacer historia y levantar a todo un país.
De hecho, su éxito en el All England Club ha cambiado tanto su vida que incluso ha tenido que replatearse su futuro más cercano. A la jugadora británica le quedan todavía unos exámenes de economía y matemáticas que ha dejado pendientes para cuando termine su aventura en Londres, aunque ya ha afirmado que no le importará suspender esas pruebas si el motivo es quedarse unos días más entre las mejores tenistas del mundo. Dentro de su férrea disciplina, le queda un resquicio para tomarse esta peculiar situación con humor. A pesar de poder ser uno de los próximos diamantes del tenis, no deja de tener solo 18 años.
El peso de la esperanza
Emma Raducanu tiene que lidiar no solo con sus rivales, con su juventud y con su inexperiencia, sino también con la responsabilidad y con el peso de tener a un todo un país detrás. Un país que busca un ídolo desesperadamente tanto en el cuadro masculino como en el femenino. Reino Unido se ha quedado sin tenistas en la élite.
La caída de Andy Murray, ganador de tres grandes y dos medallas olímpicas, torturado por sus lesiones durante los últimos años, ha dejado a todo un país huérfano de ese gran talento que les haga emocionarse y que les haga vibrar con un triunfo de un tenista local. Es precisamente esa afición la que ahora ve a Raducanu capaz de ocupar ese hueco en el futuro.
Sin embargo, ella, gracias a la educación que siempre le han inculcado sus padres basada en una disciplina férrea y consecuente, no quiere pensar en eso y prefiere mantenerse centrada en sus primeros pasos y, sobre todo, en mantener los pies en el suelo.
De momento, en este torneo de Wimbledon ha elegido alejarse de todo el ruido mediático y del calor de los aficionados fuera de la pista e incluso le ha entregado su móvil a un miembro de su equipo para poder aislarse por completo de todos los mensajes recibidos. Raducanu y su familia considera que esta disciplina y esta seriedad, además de su apoyo con para afrontar con valentía los retos y riesgos de la vida, son los valores que le pueden llevar a hacer un camino exitoso en el mundo del deporte.
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