No fue una victoria cualquiera, ni mucho menos. Garbiñe Muguruza se estrenó en el Abierto de los Estados Unidos, el último Grand Slam de la temporada, con un triunfo de campanillas: ganándole un durísimo cruce a Dona Vekic (7-6, 7-6) bajo la mirada de Sam Sumyk, su entrenador durante cuatro años (de 2015 a 2019) y hoy técnico de la croata. En consecuencia, la número 10 mundial avanzó a la segunda ronda fortalecida tras un partido apretado en el juego, pero también en las emociones.
“Ha sido una primera ronda muy dura”, reconoció Muguruza. “No era la mejor rival para comenzar el torneo. Me he desenvuelto bien, ha sido un partido muy duro, muy físico”, añadió. “Ha habido muchos peloteos largos y estoy contenta por que en los desempates he jugado bien, agresiva, valiente, he ido a por el partido… Eso me gusta, me da confianza que en esos momentos las cosas caigan de mi lado”.
Fuera de las posiciones de privilegio de la clasificación (57, lejos del top-20 que ocupó hace un par de años), Vekic asaltó el duelo ante Muguruza sintiéndose tan favorita como su rival, decidida a tirar hacia delante sin notar el peso de la responsabilidad. Suyas fueron las primeras bolas de rotura del encuentro (dos con 1-0) y suyo el primer break (4-2), pero el parcial inaugural, clave en el desenlace de la tarde.
Frente al asedio de una contraria que castigó sin miramientos la mayoría de las pelotas, Muguruza supo elegir bien los momentos cuidando sus tiros, sin precipitarse desde posiciones complicadas y apostando por el contraataque para mantenerse a salvo. Así, enfrascada en un tira y afloja alimentado por varios peloteos durísimos, Muguruza recuperó el break (4-4) y se plantó con el puño en alto en el tie-break después de 1h06m de intensa pelea.
Que Muguruza ganase ese desempate tuvo un efecto definitivo: Garbiñe consiguió la victoria, pese a sudar sangre en un apretado final de encuentro para superar el desafío que le planteó Vekic, y se metió en la segunda ronda del grande que históricamente más se le ha resitido. Mientras en los otros tres ha llegado al menos a la final, en Flushing Meadows nunca ha pasado de los octavos.
“Es un Grand Slam que históricamente no es mi fuerte”, agregó Muguruza. “Estaba muy nerviosa antes de salir a la pista, pero luego en el partido creo que supe controlar bien los momentos decisivos, especialmente en el segundo set cuando después de llevar más de dos horas jugando había que cerrarlo. Y eso fue lo que hice”.