"Lo que he tenido ha sido un golpe de calor. Se me ha cerrado el estómago y no tenía buenas sensaciones corporales a nivel de respiración". Así explicaba Rafa Nadal después de su partido contra Denis Shapovalov en el Abierto de Australia cómo se había sentido durante este. El tenista español, que este jueves disputará las semis del Grand Slam contra el italiano Matteo Berrettini, es la última víctima del calor extremo de Melbourne.
A tres días de iniciar el presente Abierto de Australia, en el noroeste del país oceánico se registró una temperatura máxima de 50,7 grados, igualando así el récord del día más caluroso del país y del hemisferio sur (en 1960). En el Melbourne Park no se ha llegado hasta tal extremo, pero sí que afectan las altas temperaturas que cada año se lo hacen pasar peor a los tenistas.
Este martes no fue Nadal el único afectado. En el cuadro femenino, durante la misma madrugada, fue la checa Barbora Krejcikova, número cuatro del mundo, la que pidió atención médica tras sentirse mareada en mitad del partido. Su rostro fatigado, como el que presentaba el de Manacor horas después, reflejaba el infierno a soportar por los tenistas en la época más calurosa del año en el hemisferio sur.
Krejcikova, a diferencia de un Nadal que se empezó a encontrar mejor tras tomarse una pastilla, no pudo reaccionar. La checa acabó perdiendo su partido (3-6, 2-6) contra la estadounidense Madison Keys, quien eliminó en la ronda anterior a la española Paula Badosa. "Hoy me fue imposible lidiar con los problemas que me generó el calor, desde el quinto juego no me encontré bien, pero no quiero que eso ensombrezca la victoria de Madison. Ha sido la mejor y se merece haber ganado", dijo Krejcikova tras el partido.
Quedan solo cinco días de competición en Melbourne Park y este fin de semana se coronarán los nuevos campeones, pero otra edición más ha resaltado las dificultades por las que pasan los tenistas en este torneo por las temperaturas. Algo así también ocurrió el pasado verano en Tokio, durante la disputa de los Juegos Olímpicos 2020.
En Australia llevan años repitiéndose estas imágenes. Incluso ha habido desmayos de tenistas (como los de Frank Dancevic, en 2014, o Andrea Petkovic, en 2019), de aficionados y de recogepelotas, tal y como ocurrió el pasado día 17 de enero durante el partido entre Federico Delbonis y Pedro Martínez. El caso más impactante ocurrió en 2018 cuando la tenista rumana Simona Halep tuvo que ser hospitalizada tras un partido por un problema de deshidratación.
El plan de Australia
Ni siquiera las nuevas medidas, introducidas en 2019, han 'salvado' a los tenistas de los golpes de calor en el Abierto de Australia. Expertos de la Universidad de Sídney establecieron una escala marcada por cinco puntos para determinar las condiciones para jugar.
En esa escala (heat stress scale) se tienen en cuenta la temperatura y otras variables, como la humedad y el viento, y prevé pausas durante los partidos para evitar desmayos. Y si el calor alcanza el cuarto grado, los jueces pueden permitir una pausa de diez minutos después de tres y dos sets en los partidos masculinos y femeninos, respectivamente. Si se llega al quinto grado el partido puede ser interrumpido.
"¡Un infierno!", decía Daniil Medvedev, número 2 del mundo, tras su partido de octavos de final de la presente edición del Abierto de Australia. "¿Sabes lo difícil que es? Es una locura, es inhumano", explotaba contra el juez de silla la francesa Alize Cornet en pleno partido. Las quejas persisten y no se atisba solución. Los tenistas seguirán haciendo frente al calor extremo.
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